Jesús se manifestó transfigurado junto
con Moisés y Elías, también gloriosos, ante Pedro, Santiago y Juan. (Lc 9,28-36)
Pedro, estremecido por la visión, propone a Jesús hacer tres tiendas; una para
El y otras dos para Moisés y Elías dando a entender que ellos con contemplarles
ya tenían bastante.
Dios que quiere para nosotros algo
infinitamente mayor dijo desde lo alto: ¡Este es mi Hijo Amado...Escuchadle! He
ahí el único mandato del Padre a lo largo del Evangelio. Lo analizamos a la luz
de lo que nos dice Juan acerca de la Palabra: " La Palabra es la luz
verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo" (Jn 1,9)
Prestemos atención: La Luz Verdadera, la
del Resplandor Eterno, el Esplendor Sagrado anunciado por el salmista (Sl 110,3)
Por eso, guardar la Palabra, como María es el alfa y omega del Discipulado, de
la Fe. Guardar la Palabra supone abrir nuestra alma al Resplandor de Dios, a su
Irradiación Gloriosa que propicia nuestra Transfiguración como dice Pablo:
"...el cual - Jesús - transfigurara nuestro cuerpo corruptible en un
cuerpo glorioso como el suyo. (Fil 3,21)
Por eso podemos decir que cuando muere
un discípulo de Jesús, su alma estalla gloriosa, transfigurada… ¡Alegrémonos!
P. Antonio Pavía
Comunidad María Madre de los Apóstoles
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