Partiendo la
Palabra
Jesús es invitado
a un banquete y observa como los asistentes se apresuran a coger los primeros
puestos.
Aprovecha este
hecho para decirnos que Dios permite que el mundo con su sabiduría nos
arrincona despectivamente con su mordaz indiferencia. Cuando nos suceda esto
fijémonos que nuestro Maestro y Señor ocupó el último lugar en Israel, debajo
incluso de Barrabas. Sin embargo, Dios, su Padre tenía reservado para Él el
lugar más excelso.
Oímos a Pablo: “...
Jesús se despojó de sí mismo tomando la condición de esclavo... se humilló a sí
mismo obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz "Su Padre le sostuvo con
su Amor en la Cruz y.…seguimos leyendo a Pablo: "... Dios le exaltó y le
concedió el Nombre sobre todo nombre ... para que toda lengua confiese que
Jesús el Señor..." (Fil 2,7-11).
Podemos pensar:
de acuerdo; el Padre elevó a su Hijo a lo más alto y sublime de la Gloria, pero...
¿también nos elevará a nosotros sus discípulos? La respuesta nos la da el mismo
Jesús en esta súplica que hace al Padre la víspera de su crucifixión:
"Padre, quiero que los que me has dado - sus discípulos de todos los
tiempos- estén conmigo contemplando mi gloria (Jn 17,24).
Atención en este
contexto, contemplar significa participar.
Antonio Pavia
Comunidad María
Madre de los Apóstoles
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