Oye ¿Sabes que la puerta del cielo es estrecha?, yo creo que por ahí no entra casi nadie.
-
¡Eso está claro! pero estrecha... lo que pasa es que no hay puerta que aguante
nuestro súper tamaño, nos vamos de aquí tal que esferas aerostáticas ¡Menuda
acumulación”! No no, así no hay manera de entrar...
- Entonces el purgatorio
debe ser la pera, no debe tener ni puerta...
-
Es verdad, pero lo peor no es eso, es que he oído que la del infierno es
bestial, ancha a tope, más que un agujero negro...
- ¡Jopé tía, y arrastrará
que no veas...! Ya no es que seas una mesa camilla es que te vas rodando desde
que “desapareces”, pues... habrá que hacer algo ¡digo yo!
-
Creo que hay unas “dietas geniales” solo tenemos que tomarlas en serio y
empezar.
- Va a ser que sí. Se me ocurre
que hoy depositemos “nuestras gorduras”, en Alguien que me han dicho absorbe todo,
y si Le escuchamos y hacemos lo que nos pide... Tema resuelto, ya verás cómo
aflacamos.
-
No hay otra, o
adelgazamos aquí o lo vamos a tener fatal pero fatal; además la “descarga” es gratis.
Y las dos muchachas
marcharon a buscar a ese Alguien que
les diría cómo agradar a Dios para entrar por la Puerta del cielo, por cierto, tan amplia como el universo para
quien desee pasar por ella según el Evangelio Católico (Nihil obstat imprimatur)
¡NO OTRO!: Apoc.22, 8-21.
Emma Díez Lobo
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