Jesús presenta
hoy dos hombres, uno fariseo y el otro publicano que suben al Templo a orar. El
fariseo airea satisfecho de sí mismo, sus obras: Ayunos, limosnas... etc. En realidad,
es un pobre hombre; está en las antípodas de María que alaba a Dios por las
obras que Él ha hecho en Ella: "El Poderoso ha hecho obras grandes en
mi" (Lc 1,49).
Este hombre está
tan engañado, es tan necio, que se cree con autoridad para juzgar a "los
malos": ladrones. adúlteros, injustos... etc. y termina cargando
contra el publicano que, al fondo del Templo, compungido se golpeaba el
pecho": "Señor, ten piedad de mí que soy un pecador."
El fariseísmo en
su peor versión llevó a Jesús a la crucifixión.
Jesús por ese
Amor tan suyo, que no alcanzamos a comprender, agonizante suplicó al Padre:
"Perdónales porque no saben lo que hacen "Escribe Lucas que al morir
con su perdón en los labios” todos se volvieron golpeándose el pecho" (Lc
23, 48) … como el publicano de quién Jesús había dicho que salió del Templo
justificado; que en la Escritura quiere decir: ¡Inocente!
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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