Hay días en los que nuestra vida nos parece tan desoladora que hasta nuestra fe se debilita. Dios que tanto nos ama viene a nuestro encuentro con palabras de vida como por ejemplo estas del salmo 123 que nos invitan a elevar nuestros ojos a Él buscando su protección. Dice a Dios este salmista: "A ti levanto mis ojos, a ti que habitas en el Cielo, como están los ojos de los esclavos fijos en los ojos de sus señores... " Este israelita sirviéndose de la imagen de los esclavos cuyas vidas están - como era en aquel tiempo- en las manos de sus amos, depositado su dolor y desesperación en las manos de Dios.
P. Antonio
Pavía
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