Zaqueo, jefe de
publicanos y rico es aparentemente un triunfador. Un día oye bullicio en la
calle, se asoma y le dicen que Jesús está entrando en la ciudad. Todos desean
verle, también él. Si le preguntamos porque quiere conocer a Jesús nos
diría que le necesita porque aun habiendo alcanzado la meta de sus sueños:
riquezas, prestigio, posición social...etc, tiene una especie de vacío interior
que le bloquea la felicidad que ansía.
Zaqueo es un
pecador, pero tiene un soplo de honestidad que le lleva a admitir, cansado cómo
está de engañarse a sí mismo, que su felicidad hace aguas. Es esta honestidad,
hermana de la sabiduría, la que le mueve a decirse, ahora o nunca; la que
enciende en su corazón el deseo de conocer a Jesús.
Alentado por
estos razonamientos sale a la calle y ve que está abarrotada. En un primer
instinto desea dar marcha atrás, sin embargo, ignorando su ego, se sube a un
árbol como un chiquillo más, porque era bajo de estatura. Ve que Jesús se va
acercando y tiembla ante la posibilidad de que pase de largo sin reparar en
él.! ¡No conoce a Jesús! Al llegar al árbol dónde estaba, Jesús elevó su mirada
hacia él y le dijo: Zaqueo quiero hospedarme en tu casa...y podría añadir:
"Porque todo el que busca encuentra " (Lc 11,9-10).
P. Antonio Pavía
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