sábado, 29 de octubre de 2022

Partiendo la Palabra XXXI Dom. T.O. (Lc 19,1-10)

 


Zaqueo, jefe de publicanos y rico es aparentemente un triunfador. Un día oye bullicio en la calle, se asoma y le dicen que Jesús está entrando en la ciudad. Todos desean verle, también él.  Si le preguntamos porque quiere conocer a Jesús nos diría que le necesita porque aun habiendo alcanzado la meta de sus sueños: riquezas, prestigio, posición social...etc, tiene una especie de vacío interior que le bloquea la felicidad que ansía.

 Zaqueo es un pecador, pero tiene un soplo de honestidad que le lleva a admitir, cansado cómo está de engañarse a sí mismo, que su felicidad hace aguas. Es esta honestidad, hermana de la sabiduría, la que le mueve a decirse, ahora o nunca; la que enciende en su corazón el deseo de conocer a Jesús.

 Alentado por estos razonamientos sale a la calle y ve que está abarrotada. En un primer instinto desea dar marcha atrás, sin embargo, ignorando su ego, se sube a un árbol como un chiquillo más, porque era bajo de estatura. Ve que Jesús se va acercando y tiembla ante la posibilidad de que pase de largo sin reparar en él.! ¡No conoce a Jesús! Al llegar al árbol dónde estaba, Jesús elevó su mirada hacia él y le dijo: Zaqueo quiero hospedarme en tu casa...y podría añadir: "Porque todo el que busca encuentra " (Lc 11,9-10).

 

P. Antonio Pavía

comunidadmariamadreapostoles.com

 

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