El profeta
Ezequiel anuncia el retorno del pueblo elegido, cautivo en Babilonia, a su
tierra. Les dice que Dios abrirá sus tumbas - su muerte interior-
infundiendo su espíritu en ellos. Ante su escepticismo, sella la promesa con
esta garantía: "Yo lo digo y lo hago" Así hay que acoger el Evangelio
de Jesús. Sus palabras son vivas y eficaces porque al apretarlas contra nuestro
corazón, El las "hace Vida" dentro de nosotros.
Fijémonos en
María. Oyó el Anuncio del Ángel cómo tú oyes el Evangelio. En un primer momento
queda perpleja, entonces el Ángel le dice que será madre de Jesús por obra y
gracia del Espíritu Santo. Nos recuerda la promesa de Dios a Israel:
"Yo lo digo y lo hago" Con esta garantía del mismo Dios, María
responde al Ángel “Si Dios va a hacer en mi lo que me has anunciado, ¡Hágase en
mí!
Hay una analogía
preciosa entre María y los que deseamos ser discípulos de Jesús. Al escuchar su
Evangelio también quedamos perplejos, pero le decimos: ¡Señor, haz en mi lo que
me dices!
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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