Señor, enséñame a
escucharte
Hoy vemos a Jesús
que lleva a Pedro, Santiago y Juan al monte Tabor y se transfigura ante ellos.
Lucas en este mismo pasaje puntualiza que junto a Jesús estaban Moisés y Elías
- figuras emblemáticas de Israel - radiantes de gloria como Él.
En su
transfiguración, Jesús nos está anunciando cómo resucitaremos nosotros.
Conservaremos nuestra identidad con un cuerpo glorioso como el suyo. Pablo se
hace eco de esta incomparable promesa y así la anuncia " ...Cuando
aparezca Cristo vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos
con Él" (Col 3,4).
Claro que antes
que Pablo nos lo dijo Jesús al final de su Catequesis sobre el trigo y la
cizaña: " ...Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino
de su Padre..." (Mt 13, 43).
Fijémonos ahora
en lo que dijo el Padre en la cima del monte: " ¡Este es mi Hijo
Amado...Escuchadle! Está diciéndonos a todos y de forma apremiante que nuestra
gloriosa resurrección es fruto de la escucha amorosa y confiada de la Palabra,
Luz verdadera que ilumina a todo hombre (Jn 1,9), sobre todo del Evangelio que
El mismo transmite a su Hijo (Jn 12,49).
Estemos pues como
vírgenes sabías (Mt 25, 1.) pendientes de las palabras de Jesús como María de
Betania (Lc 10,39) no sea que un día el Padre diga a su Hijo lo que dijo a
Ezequiel: "Israel no quiere escucharte a ti, porque no quiere escucharme a
mi " (Ez 3, 7).
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoñes.com
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