En el texto
anterior dejamos a Pedro sumido en una aflicción extrema. Nuestro amigo
representa a quienes tocamos fondo a causa de nuestra humillante fragilidad. A
Pedro solo le queda la esperanza de que Jesús se apiade de él; si, Jesús, el
que …" Levanta del polvo al desvalido y alza de la basura al pobre"
(Sl 113,7) Así estaba Pedro.
Jesús al morir,
descendió a los infiernos; al pavoroso infierno que su discípulo estaba
viviendo. Jesús, vencedor de todos los infiernos que nos envuelven, levantó a
su amigo del estercolero al que el Tentador le había arrojado, al preguntarle: ¿Me
amas?, si Pedro hubiese tenido una aguja a mano se la hubiese clavado.! No
podía dar crédito a que Jesús le hubiese dicho: ¿Me amas? Repuesto de su
aturdimiento sólo acertó a balbucir: ¡Señor, tú sabes que te amo!
Por si fuera
poco, Jesús da otra vuelta de tuerca a su infinito Amor al proponerle: ¡Apacienta
mis ovejas, te las confío!... La Bellísima Buena Noticia es que todos somos
Pedro a los ojos de Jesús; todos somos llamados por Él para apacentar sus
ovejas con su Evangelio.
P. Antonio
Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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