Tú Gracia vale más que la vida, exclamó, como pudimos ver en el texto anterior, el rey David.
Acercamos esta exultación, al signo de identidad propuesto por Jesús a
quienes desean seguirle como discípulos suyos. "Quien pierda su vida por
mí y por el Evangelio, la salvará. (Mc
8,35b.).
Fijémonos bien; los discípulos de
Jesús, no son, o no somos, personas con querencia a una ascesis tan inhumana
como peligrosa. Le seguimos porque por nuestra vinculación al Evangelio, nos da
su Sabiduría y su Fuerza para descubrir que estar, en nuestro paso por el
mundo, con Él, es el Tesoro de todos los tesoros, ¡¡¡y en cuanto tal... ¡Irrenunciable!
Hicimos opción por el Tesoro Eterno
frente a tesoros corruptibles (Lc 12,3-34). Hemos abierto los brazos de nuestra
alma a... Amar a Dios y ser Amados por Él, como proclamaban gozosos los
primeros cristianos.
Cuando a veces nos hemos entregado a tesoros corruptibles, la misma
sensatez del alma nos daba señales de alerta como diciéndonos: ¿No te cansas de
engañarte a ti mismo?
Seguir a Jesús no significa
renunciar sino saber escoger.
P. Antonio Pavía
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