lunes, 9 de diciembre de 2019

El cielo es una Nación



                                                             
La más grande Nación, con un Ejército infranqueable de espadas y justicia; con una  Bandera espectacular del color de la sangre y de la luz. Yo nací en esa Patria que borraba todo mal; me crié al amparo de sus cuidados y aprendí a rezar por ella.

Yo besé su Bandera envuelta entre soldados de la Armada de Dios, acompañada de uno muy especial asignado desde mi cuna; Él iba de blanco, yo del color de la vida.

Me dijeron que era la Nación del mundo, no solo mía. Me dijeron que San Juan escribió y dibujó en ella un águila que llevaba y traía su Evangelio; me dijeron que nunca dejara de luchar por ella y la guardara en el corazón.

Es celeste como el cielo, su emblema el perdón y su fin, vivir el Amor más absoluto. Es la Patria del mundo del tamaño de 12.000 estadios con cuatro murallas y doce puertas: Al Norte, a Oriente, a Occidente y a Medio día.

Sus Parlamentarios protegen la Constitución inspirada por Dios a cuatro Legisladores. Son geniales ver como jamás se olvidan de su pueblo; su Presidente, una Mujer Inmaculada elegida por el Rey, Hombre magistral sin mancha e Hijo de la máxima Inteligencia Suprema del universo.

Cada año el Rey viene a la tierra a renovar sus Leyes en el mes de Diciembre y se va en  abril, pero se queda entre mayo y noviembre.

Decidme si no vale la pena enrolarse en los tercios de esa Nación donde nunca se pone el sol; en la que mis pies pisan, tampoco se ponía hace 500 años… 
      
   Emma Díez Lobo



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