A ti, pequeñín de
16 semanas que no llegaste a ver la luz de la tierra aunque sí la del cielo; a
ti, que por causas de la vida has partido al Reino antes de nacer, dile a Dios
que tu alma limpia como la nieve, sea la luz de tus padres; que no piensen que ya
no existes porque eso te haría llorar amargamente y, tú eres más grande que muchos
que pueblan el mundo.
Te habrían llamado
Hugo y hoy tus ojos bien abiertos tienen la Gracia de ver a todos los que
dejaste en la tierra. Diles, a través del Libro de la Vida lo que
estás viviendo, su alegría de saberte tan feliz les llenará el corazón.
Has dejado un vacío
temporal, cierto, pero no eterno. Tu inmortalidad hará que te amen tanto como
si estuvieras aquí aunque sus ojos sean ciegos a la realidad de tu ser: Un alma
sin desperfectos y un cuerpo a imagen y semejanza de Dios.
Genial
Para Hugo no hay
tiempo, para Hugo estáis con él si así fuera vuestra voluntad.
Procurad llegar allá
donde mora y pensad que el alma y la resurrección de la carne, son hechos incuestionables.
A quien más dolió su
marcha fue a quien lo envió, Dios, pero si con esta tragedia llegáis a verle
desde el corazón y la Fe, bendito sea Hugo que ya, desde su concepción, miraba
por vosotros. Gracias Hugo por existir.
En memoria de los
no nacidos que tomaron el rumbo del cielo.
Emma Díez Lobo
¡Bendito es Hugo y bendita seas tú, por tu Oración!
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