Es admirable – no
encuentro otra palabra más adecuada -, observar cómo la Palabra de Dios,
revelada en las Escrituras, y concretamente en los Salmos, se nos presenta en
este Salmo. Mucho más, si tenemos en cuenta que se escribió muchos siglos antes
que incluso naciera Jesús. Digo esto porque hay unos versículos que retratan
exactamente sus inicios. Dice así: “…Sacaste una vid de Egipto, expúlsate a los
gentiles y la trasplantaste, le preparaste el terreno y echó raíces hasta
llenar el país…”
Jesucristo se proclamará
más tarde como la Vid verdadera: “…Yo Soy la Vid verdadera, y vosotros los
sarmientos…” (Jn 15, 1-8).
Y es que Jesús fue
llevado nada más nacer a Egipto, por orden de Dios, enviando un ángel a José,
para huir de las garras de Herodes. Y desde allí, cuando se cumplió el tiempo
oportuno, volvió a Nazaret. En palabras del salmista, fue “trasplantado”. No
fue arrancado, sino que, “trasplantado”, conservó todo su poder, belleza, y
Sabiduría, para ejercer su Misión: el envío del Padre.
Y este “trasplante” fue
perfecto, como no podía ser de otra manera, pues era Voluntad de Dios. Sabemos
que al trasplantar un árbol, - en este caso, el Roble de Justicia, por
excelencia: Jesucristo-, se ha de abonar el terreno. Pues en este caso, Dios
Padre preparó el terreno, la venida de Jesús, con el anuncio del
Bautista: “…Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo, porque irás delante
de Dios a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón
de sus pecados…” profecía de Zacarías, esposo de Isabel, exultando de gozo por
el nacimiento de su hijo, Juan.
Continúa el Salmo: “…su
sombra cubría las montañas…” Curiosa apreciación que no nos puede pasar
desapercibida. En la anunciación del ángel Gabriel a María, después del saludo,
le dice: “…la Fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra…”, para explicarle
cómo se produciría la Encarnación de Dios en ella. Identifica la Sombra del
Altísimo con su Fuerza, que, como sabemos, significa en la Escritura el Poder
de Dios, su Santo Brazo. Pues este Poder, esta Sombra, cubría hasta las
montañas…su Poder prevalecía sobre los montes, que, representan los lugares
donde habitan los dioses humanos…Toda la Escritura, Palabra revelada por Dios,
está sí perfectamente construida, perfectamente ensamblada.
Si vamos a Isaías,
aclararemos un poco la expresión “Robles de Justicia”. En hebreo, roble se
traduce por “ayil”, que, literalmente significa: Algo fuerte, un apoyo fuerte.
Y Roble de Justicia, es pues algo que siendo fuerte se ajusta a Dios. ¡Qué
maravillosa revelación!.
Cuando Jesús inicia su
vida pública, se presenta un día en la sinagoga y le eligen para la lectura.
Abre el rollo del libro, y lee en Isaías 61: “…El Espíritu del Señor está sobre
mí porque me ha ungido: para anunciar la Buena Nueva a los pobres, vendar los
corazones rotos, pregonar la libertad a los cautivos, y anunciar un año de
gracia de Yahvé…” (Is 61, 1-3) Y continúa más adelante: “…se les llamará
“robles de justicia”, plantación de Yahvé, para manifestar su Gloria…” .
Cuando Jesús terminó
esta lectura dijo: “…Esto que habéis oído se cumple hoy en Mí…” (Lc 4, 16-23)
En Él se cumple la Escritura, como Él mismo revela, es el excelso “Roble de
Justicia” que se ajusta a Yahvé, es el “Ayil” hebreo, la Roca firme, el apoyo
del cristiano, del discípulo.
Para terminar, podemos
pensar aquella frase de Isaías: “…sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la
salvación…”(Is 12,1-6), para indicar que, las aguas que Dios nos permite
meditar, son el mismo Jesucristo, el agua Viva, que nos alimenta de su Fuente, tal
y como explicó a la Samaritana. Y entonces podremos exultar de gozo: “…
¡Qué grande es, en
medio de Ti, el Santo de Israel…”
(Tomás Cremades)
comunidadmariamadreapostoles.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario