...Y José quedó extasiado a poca distancia detrás de María sin poderse mover. La luz era cegadora, extraordinaria, ocupando toda la estancia del establo. La Virgen, de rodillas con los brazos cruzados sobre su pecho se elevó del suelo y fue envuelta por seis coros de Ángeles sobre un cielo abierto.
Un Ángel
milagrosamente en medio del fulgor más inconcebible, coloca al Niño delante de
María en el suelo sobre un paño. Los ángeles desaparecieron y José se volvió
hacia María que recogía al Niño entre sus brazos.
No hubo parto, no
hubo sangre, no hubo dolores, solo un Nacimiento milagroso de Dios pues María
fue Virgen en todo momento. Ella es la Inmaculada Concepción e Inmaculada desde
su elección para ser Madre de Dios. Nacimiento no visible a ojos humanos.
Es la venida al
mundo del Salvador para que el Reino de Dios se hiciera asequible al hombre,
por primera vez, desde la Ley antigua. Gracias Familia Sagrada, gracias por
vuestros sufrimientos para que todo sucediera al modo de Dios que veía cómo el mundo,
en su libertad, se condenaba sin remedio.
Gracias Juan
Bautista precursor de las llaves del cielo; gracias por los Evangelios que han
hecho que la humanidad ya no sea esclava del hombre sino hija de Dios. Gracias
a todos los que han hecho posible que el Espíritu Santo pueda anidar en
nuestros corazones hasta el último día.
Por todo, GRACIAS.
Emma
Díez Lobo
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