sábado, 12 de julio de 2025

Partiendo la Palabra Domingo XV del Tiempo Ordinario (Lucas 10, 25-37)

 



Señor, acaricia tú mi corazón

 ¿Quién no desea llegar a amar a Dios con todo su corazón, como leemos en el Evangelio de hoy? Todos lo deseamos. Amar a Dios con todo nuestro corazón no supone despreciar tantos bienes del mundo. La cuestión es a quien dejamos que estampe su firma en nuestras entrañas, si a Dios, o al mundo. Para no vivir engañados puntualizo lo siguiente: Dios habita en nosotros por medio de su Santo Evangelio (Jn 14, 23).

Que estampe su firma en nuestro corazón, no depende de sentimentalismos, ni de propósitos; ni siquiera de compromisos. Todo esto son veletas a merced del viento. Jesús estampa su firma en nuestro corazón, solo si se lo dejamos hacer, y eso implica nuestra perseverancia día a día.

La fe que agrada a Dios es que le dejemos las manos libres para que cada día, estampe en nuestro corazón un trazo, un pasaje de su Evangelio... Y es que, Jesús mismo, se identifica espiritualmente con su Evangelio (Mc 8, 35).

 

P. Antonio Pavía 

comunidadmariamadreapostoles.com

 

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