Bloquear nuestra Trascendencia, es como vivir, haciendo contorsiones en el
seno de una burbuja, sin ver más allá de nuestros límites. Así, ignoramos
irresponsablemente nuestra vulnerabilidad. Lo peor es que nos hacemos a un
lado, ante la infinita grandeza de nuestra alma creada para la Eternidad.
Recordemos a este respecto la
Catequesis que nos dio el Señor Jesús. (Lc 12,26-21). Los campos de un hombre
dieron una excelente cosecha. Quizás nunca soñó con frutos tan abundantes; los
suficientes para colmar sus deseos y ambiciones. Pues no fue así. Lo primero
que pensó fue edificar graneros mayores, para almacenar sus ganancias.
No se le ocurrió agradecer a Dios,
ni compartir algo con los necesitados. O sea que fue tan necio, así le llamó
Jesús, que, en vez de cultivar su alma, creciendo así en su relación con Dios,
insaciable como era, solo se preocupó en acumular más bienes, y más y más...
Como ya dije, Jesús le llamó necio. Si, necio porque solo tuvo ojos para los
bienes de este mundo, pero fue totalmente ciego para los Bienes Eternos: Los
que vienen de Dios...a quien excluyó dominado por su insensatez.
P. Antonio Pavía
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