En Jesús se van cumpliendo paulatinamente las profecías de que sufriría un
sinfín de vejaciones y sufrimientos a lo largo del cumplimiento de su misión
salvífica (Is 53). En cuanto hombre, experimentó el miedo y la angustia que
acompaña todo sufrimiento, por eso le oímos decir: "Ahora mi alma está
turbada..." (Jn 12,27 ). En la misma aflicción le vemos en el Huerto de
los Olivos. Su desvalimiento es tan atroz, que llega a decir al Padre: "Mi
alma está a punto de morir" (Mt 26,38). Jesús está librando un combate
entre su cuerpo que de forma natural rehúye instintivamente el dolor, y su
espíritu que se aferra con todas sus fuerzas a la voluntad del Padre.
Jesús libra este combate para mostrarnos que, gracias a Él, podemos vencer,
como El, a un mundo, que ante el dolor e incluso el aplastamiento, nos ofrece
la solución más tentadora: dar la espalda a Dios y abrazarte a cualquier pecado
con la "fantasía" de que es lo mejor para ti, teniendo en cuenta tú
situación, circunstancias...etc.
El Señor que conoce muy bien el poder seductor del demonio nos previene de
él diciéndonos: " …El espíritu está pronto, pero la carne es débil..."
(Mt 26,41).
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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