Vamos por parte porque esto nos
sobrepasa por completo. Como bien sabemos, Jesús fue enviado por el Padre como
Salvador del mundo. Para ello, Jesús entregó su Vida en el Calvario, y
resucitó; fue entonces cuando los Apóstoles entendieron... ¡Por fin! que las Palabras que el Padre le había
susurrado al oído (Jn 12,49-50) no eran recomendaciones morales, que apenas
mueven sentimientos, dejando nuestro pobre corazón golpeado por las taras del
pecado original. Se cumple así en el hombre el famoso refrán:
" La cabra siempre tira al monte". Ahora entendemos la necesidad de
la Encarnación de Jesús: Palabra del Padre....y porque lo es, tiene autoridad
para decir: "Mis palabras son Espíritu y Vida”. (Jn 6,63b).
Por eso mismo Jesús confió a sus
Discípulos de todos los tiempos su Evangelio para que lo anunciasen. Y esto es...
¡Inaudito! Jesús confía sus Palabras de Espíritu y Vida a hombres y mujeres que
no somos mejores que los demás...es cierto. No somos mejores, pero tenemos la
experiencia más Divina que humana, de que las Palabras de Vida y Espíritu que
de una y otra forma anunciamos, están creando ya en nosotros un corazón nuevo,
dócil a sus Palabras como jamás pudimos imaginar.
Esa es la razón incuestionable de porque anunciamos el Santo Evangelio de
Jesús.
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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