lunes, 22 de junio de 2015

La Nueva Jerusalén, Madre de todos los pueblos





          El que compuso este Salmo, bajo la inspiración divina, piensa ya en términos  evangélicos, casi diríamos en tiempos posteriores al concilio Vaticano II. Recuerdo los tiempos de mi infancia en que se decía: “Extra Ecclesiam nulla salus” (fuera de la Iglesia no hay salvación), y se nos hacía creer que los que se salvan, aun entre los cristianos, son una impresionante minoría. En cambio en este Salmo se nos dice que todos los seres humanos son hijos de Dios, y debemos amarlos a todos.

           En los vs.1-3 habla muy bien del Monte Sion o, digamos, Jerusalén, al que él llama el Monte Santo, y lo considera como el preferido de Dios entre todos los santuarios (moradas de Dios) en Jacob (el reino del norte).

          Está pensando el salmista en los múltiplos santuarios que el reino del Norte dedicó después de su separación del reino del Sur. Recordemos que cuando murió Salomón, su reino se dividió: Jorán se quedó con el pequeño reino de Judá, y Jeroboán con el grande, el de diez tribus, al que comenzaron a llamar Israel.

          Sión había sido considerado como el único lugar de culto a Dios. Para que no siguieran sus súbditos subiendo a Sión, Jeroboán: 1º fundió dos becerros de oro que representaran a Dios, y colocó uno de ellos en Betel y otro en Dan; 2º consagró numerosos lugares de culto en el reino de las diez tribus, y 3º nombró sacerdotes a gente del pueblo que no eran de la tribu de Leví. Dios, nos dice el salmista, prefirió su morada en Sión a las múltiples moradas de Israel.

               Pero lo mejor viene ahora. La Sión de Dios ya no se reduce al pequeño reino de Judá, sino que los habitantes de todos los pueblos de la tierra son ciudadanos de Sión. Todos han nacido en ella de una manera espiritual: Hasta entonces todos los paganos habían sido considerados inferiores y despreciables; ahora son todos hermanos.

          Algunos comentaristas piensan que los que el Salmo considera como hijos de Dios no son los extranjeros sino los israelitas de la diáspora. Yo firmemente creo que no tienen razón. En este Salmo, los que han nacido en Sión, o los que son pueblo de Dios son todos los hombres de la tierra.

         En el verso 4, se nombran en primer lugar a Egipto y Babilonia: los dos pueblos que se habían distinguido como opresores del pueblo elegido. A Egipto lo llama Rahab; Rahab era el nombre de un monstruo marino, al que los babilonios llamaban Tiamat; pero en muchos lugaraes de la Biblia se aplica este nombre a Ejipto. Y Babel, donde se confundieron las lenguas, y más tarde tomó el nombre de Babilonia. A continuación vienen Filistea, Tiro y Etiopía; y por fin todos los seres humanos.
  
De los hijos de Coré. Salmo.

                            SALMO                                                   PARÁFRASIS

1 Él la ha cimentado sobre el Monte Santo (1)      En la mujer del libro del Apocalipsis
2 y el Señor prefiere las puertas de Sión          (12,1) vestida del sol, calzada de la luna
a todas las moradas de Jacob.                                     y coronada de estrellas vemos los
3Maravillas se dicen de ti,                 cristianos la Iglesia de Cristo, la nueva Jerusalén;
Ciudad de Dios.                                    Dios la ha hecho madre de todos los hommbres.
4 “Yo cuento a Rahab y a Babel                       En ella todos tienen carta de ciudadanía,
entre los que me conocen,                            americanos, europeos, asiáticos, africanos,
filisteos, tirios y etíopes                               y habitantes de las islas. Todos son nativos
todos han nacido allí”.                                     de la Iglesia, todos con iguales derechos.

5 De Sión se dirá:                                                                    No hay distinción de razas,
“Todos han nacido en ella”. (2)                                 todos somos ciudadanos por igual.
El Altísimo en persona la ha fundado.                                   Dios mismo la ha fundado;
6 el Señor escribirá en el registro de los pueblos:      él mismo, personalmente inscribe
“éste ha nacido allí”.                                                    en su registro a cada ser humano.

7 Y los príncipes (3) lo mismo que los hijos,         Grandes de la tierra y gente sencilla,
todos ponen su morada en ti.                                            para todos hay morada en ella.

        (1) No se dice quién ni a quién ha cimentado. Por el contexto parece referirse a Dios y a su morada en Sión, a la que como veremos convertirá en patria de todas las naciones de la tierra; en la era del Evangelio podemos entender ‘la Jerusalén celes-tial’. De ésta nos dice San Pablo: “La Jerusalén de arriba es libre, y ella es nuestra madre” (Gal 4,26)

        (2) Cada uno ha nacido corporalmente en su sitio; pero todos, de alguna manara son nativos, o digamos, ciudadanos de Sión (v.5). La revelación de Dios nos llega a todos a través del pueblo elegido de capital en Sión, pero nos hace sentirnos a todos hijos de Dios en igualdad.

        (3) El texto está muy oscuro. No he visto dos traductores que coincidan. La versión de la Conferencia Episcopal Española traduce: 7 Y cantarán mientras danzan: “Todas mis fuentes están en ti”; no la entiendo. La versión de Gonzalo Flor Serrano, “Y cantarán y danzarán todos los que viven en ti”. Yo he escogido la versión de la Nueva Biblia de Jerusalén; en ella parece que ‘los príncipes’ designa a los dirigentes de los pueblos extranjeros, mientras que ‘los hijos’ son los Israelitas. 


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