Me alzaron la Hostia
delante de mi rostro, dijo: “Cuerpo de Cristo”… Contesté: “Amén” y me pusieron
la Sagrada Forma en mi lengua y me fui al asiento…
Sí, parece “pan ácimo”
con sabor a oblea… Pero yo sé que en mi boca han depositado a Dios.
Se me saltan las lágrimas cada vez que sucede. Con los ojos cerrados, me recreo
en su Esencia e intento averiguar desde mi oquedad su Cuerpo físico… Es
grandioso.
Mi mente y mi fe si
alcanzan a entender y me inyecta tanta Misericordia que no sé cómo manifestarle
tanto agradecimiento.
No quiero tragar, me
duele tragar a Dios… Quiero tenerle conmigo, ser consciente de ello, saber que
le acaricio, que estamos juntos por unos segundos infinitos y me ruborizo: ¿Tan
importante soy en este incalculable universo, que se viene a mí? ¿Tanto me
puede querer que baja a este mundo, perdido en las galaxias, que quiere estar
conmigo?
No es posible y lo es, no soy merecedora y me entrega su Corazón en una Hostia
Sagrada…
Y pienso: ¡Cuánta grandeza hay en esta Celebración!,
sólo saberlo me hace grande, arropada, feliz e inquieta por volver a tenerle
junto a mí.
Al final, se va por mi
garganta… Sí, me Lo llevo conmigo pero ya no Le toco… Me pongo un poco triste
hasta que me doy cuenta de que en mi boca no puede estar eternamente… Él ha de
descansar tranquilo en mi Espíritu.
Espero que Dios no se vaya
“a la primera que haga” porque soy un puro desastre, pero Le digo que en verdad
estoy cambiando y le doy las gracias por estar siempre ahí, esperándome con su perdón.
Algún día y Él lo
quiera como yo lo quiero, Le daré un fuerte abrazo como cuando estaba en la
tierra. Hoy, me alegro y me pongo radiante con “sólo” tenerle en un pequeñito y
suave pedazo de Pan, pero sublime en sensación.
Siempre Le digo lo
mismo: “Aleja de mi todo lo que me pueda
distraer de este mundo que no sea para gloriarte. Quiero ser humilde, caritativa,
“maja”, buena, honesta, dulce y estar sonriente
a pesar de todos los pesares…
Un beso a mi Cruz
Bendita.
Emma Díez Lobo
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