lunes, 13 de julio de 2015

En espíritu y en verdad





            El pueblo de Israel hizo alianza con Dios, y la ratificó con sacrificios de animales (Ex 24,4-8). Pero Dios aprecia más el sacrificio de un corazón agradecido. ¡Menos reci-tar la ley y más caridad!
            El Salmo tiene la estructura de un juicio en el que Dios es a la vez el demandante y el juez; un juez y demandante que ama y desea conquistar el amor del demandado, (vs. 5 y 7); los miembros del jurado son los cielos y la tierra, y el demandado es su pueblo elegido. En el Salmo 51 que sigue a éste, el pueblo confiesa su pecado, y se arrepiente.

1 Salmo de Asaf

           SALMO                              APLICADO A LA IGLESIA DE JESÚS

Convocatoria del tribunal, presidido por Dios

1 El Dios de los dioses, el Señor habla                                 Dios convoca a su presencia
y convoca la tierra de oriente a occidente.                     a todos los pueblos de la tierra,
2 Desde Sión, la hermosa sin par, Dios resplandece,                 en medio de su Iglesia,
                                                                                              a la que hizo luz del mundo;
3 viene nuestro Dios y no callará.                                       nadie ni nada le hará callar.
Delante de él, fuego que devora,                                        Le precede un deseo de que
en torno a él, violenta tempestad,                     seamos santos, no se contenta con menos;
4 convoca a los cielos desde lo alto,                     quiere que todo el mundo sea testigo
y a la tierra para juzgar a su pueblo.                              de lo que él espera de su Iglesia.

Se hace comparecer al demandado, al pueblo elegido

5 “¡Congregadme a mis fieles, los que          “Traedme sus miembros a mi presencia,
sellaron mi alianza con un sacrificio”                                 a los que yo hice sal de la tierra.”
6 Anuncien los cielos su justicia,                     Reconozcan todos que el juicio va a ser
porque Dios mismo es el juez.                        justo puesto que Dios mismo será el juez.

Acusación amistosa al pueblo amado, la Iglesia de Cristo

7 Escucha, pueblo mío, que hablo yo,                     Escucha, amada Iglesia, voy a decir
Israel, yo atestiguo contra ti,                                       lo que veo en ti que no me gusta,
yo, Dios, tu Dios.                                                               sin retirarte por ello mi amor.

8 No es por tus sacrificios por lo que te acuso:                    No tengo quejas contra tus
están siempre ante mí tus holocaustos.                     celebraciones litúrgicas, todas las
                                                                                                                                          ceremonias salen a la perfección.
9 No tengo que tomar novillos de tu casa,                  Pero no es eso lo más importante,
ni machos cabríos de tus apriscos.                      yo quiero experimentar vuestro amor.

10 Pues mías son todas las fieras de la selva,                     No me impresionan las reverencias
las bestias en los montes a millares;                     ni las rúbricas desprovistas del calor
11 conozco todas las aves de los cielos,             del corazón. Para cosas espectaculares
mías son las bestias de los campos.                                       ya tengo los cuadrúpedos
                                                                                                 y las aves que he creado.

12 Si hambre tuviera no habría de decírtelo,                   Si algo necesitara yo sé dónde
porque mío es el orbe y cuanto encierra,               echar mano, puesto que todo es mío.
13 ¿Es que voy a comer carne de toros,            ¿Creéis que vais a ser mis bienhechores,
o beber sangre de machos cabríos?                     que sin vosotros no me puedo valer?

14 Ofrece a Dios sacrificios de acción de gracias,                        sedme agradecidos,
cumple tus votos al Altísimo;                                          y devolvedme el amor que os tengo,
15 e invócame el día de la angustia;                               acudid a mí en toda necesidad,
te libraré y tú me darás gracias,                          os llevo siempre cerca de mi corazón.

Dura acusación contra los hipócritas

16 Pero al impío Dios le dice:            (1)           A los hipócritas me cuesta trabajo aguantarlos,
¿Por qué recitas mis preceptos,                                      pretenden saber mucho de mí
y tienes siempre en tu boca mi alianza                     y hablan como maestros de todos,
17 tú que detestas mi instrucción                  cuando la verdad es que me ignoran, y no
y no tienes en cuenta mis palabras?               se cuidan de saber lo que quiero de ellos.

18 Si ves a un ladrón te unes a él,                                        Roban con cara de benditos
vives con los adúlteros;                                y abusan del inocente con capa de piedad,
19 sueltas tu boca para hablar mal,                hieren con lengua maldiciente y engañan
y tu lengua urde el engaño.                             a los que van a ellos con buena voluntad.

20 Te sientas a hablar contra tu hermano,                    Calumnian al hermano, difaman
deshonras al hijo de tu madre.                                                         a los compañeros de trabajo.
21 Esto haces tú y ¿Me voy a quedar callado?              Se creen que yo no me entero,
¿Piensas quizás que soy como tú?                      o que no voy a hacer lo mismo con ellos.
Yo te acuso y te lo echo en cara.                No les dejaré pasar ni una de sus falsedades.

Qué hacer para evitar la sentencia de condenación.

 2 ¡Entended bien los que olvidáis a Dios,                       ¡Volved a mí de todo corazón,
no sea que os destroce sin remedio!                                       para que pueda derrochar
                                                                             en vosotros la abundancia de mi amor.
23 El que ofrece sacrificios de alabanza                    El que sabe agradecer mis dones
es el que proclama mi gloria,                                                       es el que me glorifica,
al que procede rectamente                                       al que cumpla mis mandamientos
le  haré ver la salvación de Dios.                                   le premiaré con la vida eterna.

(1) Rm 2,17-24

EXCURSO

¿DE QUÉ CLASE DE JUICIO NOS ESTÁ HABLANDO El SALMO?

            Es claro que se está hablando de un juicio del pueblo elegido del Antiguo Testa-mento (v.4), representado por Sión (v.2); Dios es el juez (v.6) a la vez que el testigo fide-digno (v.7); el auditorio está compuesto por todos los habitantes del cielo y de la tierra (v.4), y los acusados son los del pueblo de Dios.
            Pero no se trata de un juicio en el que el objetivo es probar que el acusado es culpable e imponerle un castigo ejemplar. Esto iría en contra de lo que se afirma rotunda-mente en (v.2): que “Sión es la hermosa sin par”. Hablando de personas, la hermosura que cuenta no es la del cuerpo, sino la de su comportamiento; el que peca es feo; y el que es hermoso, es decir, el se porta bien, no puede ser objeto de juicio condenatorio.
Además, en el Salmo 51, que es continuación del 50, veremos cómo el pueblo de Dios reconoce su pecado, pide perdón, promete cumplir en adelante los encargos que Dios le ha encomendado, y se siente seguro de que Dios le perdona.

            Se trata por tanto:
Primero: De una invitación a los gentiles a apreciar e imitar la calidad de vida que llevaban los buenos entre los del pueblo de Dios (vs.5-6).
Y Segundo: De una exhortación de Dios a su pueblo a que reconozca sus debi-lidades de tipo moral (v.7) en las que no han sabido ver lo que a él le disgustan y lo escandalosas que pueden ser para los gentiles. En concreto, en los vs. 8-13 menciona los sacrificios de animales a Dios a los que llamaban holocaustos; en el holocausto se mataba a un animal y el sacrificante no aprovechaba nada de él, sino que lo quemaba todo haciéndose a la idea de que estaba alimentando a Dios.
Había otra clase de sacrificios de animales a los que llamaban ‘sacrificios de comunión’ porque, con una parte del cuerpo del animal sacrificado, se celebraba un banquete entre amigos o familiares en la presencia de Dios.
El Salmo dice claramente que en vez de sacrificios de animales, lo que Dios desea es sacrificios de acción de gracias, de cumplimiento de sus promesas a Dios (vs.14-15) y de alabanza a Dios (v.23). Lo que realmente desea Dios de nosotros es que le amemos, y que le obedezcamos; al que lo hace, Dios le hará ver la salvación (v.23), esto es: Le premiará con la vida eterna.
Los (vs. 16-22) nos dejan ver que la maldad de algunos del pueblo de Dios ha ido mucho más allá que la de el dejar de ofrecer sacrificios auténticos.
Hoy día, entre los cristianos, podríamos escribir un salmo semejante, donde los acusados, en vez de los miembros del pueblo de Israel, seríamos los miembros de la Iglesia de Jesús. Jesús nos ha enviado a ser luz del mundo y sal de la tierra; reconoz-camos nuestra mediocridad en el cumplimiento de este encargo, y esforcémonos en com-placer a Dios y en dar un buen ejemplo a los hermanos. Como en el caso de Israel, el juez es Dios, y el auditorio lo componen todos los habitantes del cielo y de la tierra.
            En el Salmo 51, continuación del 50, el pueblo de Dios reconoce su culpa y pide: 1º perdón, y 2º ser, por así decir, creado de nuevo (vs.3-11). En vez de sacrificios de animales ofrece el sacrificio de un corazón quebrantado (v.19).
A continuación de lo dicho en Salmo 51,18-19, llama la atención que concluya con la seguridad de que Dios va a volver a aceptar holocaustos (v.21). 


P, Santiago Alonso Vega

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