Una vez me dijeron que un
cristiano no debía hablar del infierno… Pero yo creo que sí; no por asustar ni
mucho menos, pero es tan real como el cielo. Jesús lo menciona muchas veces. ¿Por
qué no he de hacerlo yo? Él avisa, yo le copio.
Como lo oís, lleno
hasta los topes más indescriptibles, tan tremendo y oscuro como la noche desde
el alfa de los tiempos. Fue elaborado por la envidia y el odio de un ángel y, desde
entonces roba almas a Dios. Qué ¿cómo? Haciendo uso de nuestra libertad:
¿Por qué crees que Dios
vino a la tierra sino para evitarnos el eterno “rechinar de dientes”? Esto no
es una “peli” de terror amigo, es el terror mismo puesto en bandeja…
¿Qué no? ¿No vemos el
mal cada día, mintiendo, fornicando, asesinando, criticando, juzgando etc. y siempre
con razones absolutas?: Porque se lo
merecía; porque con la verdad, “pagas”;
porque hay que vivir el momento; porque hablar de otros nos encanta, porque… ¡Yo
qué sé!, hay pecados graves y menos graves pero a miles… Lenguas viperinas y manos
diabólicas que no confiesan...
Sí, ahora me doy cuenta
de muchas cosas que hoy intento evitar a toda costa. Y ¿sabéis que he ganado? Poder
sentarme en la mesa de cualquier amigo… Si me hablan, soy tumba; si critican,
defiendo; si juzgan, amparo… Me da lo mismo si me dicen que nada entiendo o que
no quiero escuchar y ¡claro que escucho y lo saben! Pero no alimento…
La falta de caridad es
una herida que nos infringimos sin conciencia y si además no nos ponemos en
manos de Dios… ¡Malo, pero malo! Estamos actuando en sincronía con el “mal”,
aquel que nos rodea día y noche para atraparnos.
Reaccionemos; el Calvario
de Dios por ti y por mí, es más grande que el odio que ese ángel nos pueda
tener, pues ¿qué hizo éste para atraernos? NADA; ¿qué hizo Dios para salvarnos
de sus garras? MORIR torturado… Y con su perdón, abrirnos el cielo. Nos dejó mensajes
y ejemplo de vida: “Amaros los unos a los otros como yo os he amado”; “Cumplid con los Mandamientos de mi Padre… Yo
no he venido a abolir ninguno, sino a completarlos”; “Porque Yo hablo por boca
de mi Padre”.
Amemos al mundo y el
mundo cambiará; cambiemos el “chip” y el averno tendrá que cerrar sus puertas
y, llegará el día en que Dios modificará la frase y dirá: “Muchos los llamados y más aún
los escogidos”.
¡Ojalá Dios, ojalá!, y
gracias por todo. Tenemos la Santa Eucaristía para alejarnos del averno y pasar
de “refilón” por el purgatorio… ¡Pufff!, esto debe ser la pera limonera, pero
con consuelos de todas marcas y al final, el cielo ¡Oéeee Oé Oé Oéeee!!!
Emma Díez Lobo
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