Alzad vuestros ojos y mirad los
campos, porque ya están blancos para la siega.
Jn 4,35
Siento tu aliento en mi
espalda, y tu fuerza infinita que desborda mi capacidad.
Hoy has decidido
convertirme en un titán, y casi no tengo tiempo ni de respirar.
Inesperado e
imprevisible, me propones que me embarque en tu nave y acudamos los dos al
mundo para rescatar tantas naves que sucumben a la tempestad de la vida, tantos corazones rotos por el que compra
voluntades y condena a la infelicidad.
Hoy he dejado todo y he
respondido, aquí estoy, y mi ser ha sido el tuyo, y tus palabras, las mías y
quienes levantaban los brazos al cielo han sentido el aliento de su Padre en mí.
Hoy más que nunca has
crecido por encima de mi misma y, atónita, he asistido, perpleja y plena, al
cumplimiento de tu promesa.
Hoy, hemos surcado juntos
un mar lleno de náufragos agonizantes que esperaban tu luz rescatadora.
Hoy me has elegido para
ser tu luz en el mundo,
Hoy he sido tu
instrumento
Hoy, hemos regresado a
puerto, tú y yo, en un mar en calma.
En nuestra barca, ellos
rescatados
Por delante, una nueva
espera hasta encontrarme de nuevo en tu orilla y escuchar tu llamada para
subirme a tu barca.
Mañana…
Porque
contigo está el manantial de la vida;
En tu luz veremos la luz.
En tu luz veremos la luz.
Salmo 36,9
Olga Alonso Pelegrín
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