sábado, 11 de julio de 2015

Estamos juntos



No importa la estación del año, no importa el día o la noche, nada importa cuando se trata de estar con Él. San Agustín dijo algo genial: “Cuando lees la Biblia, Dios habla contigo; cuando oras, eres tu quien habla con Él”.

Me gusta escucharle, me encanta que me escuche porque además me contesta.

 ¿Qué no? Prometo que es verdad. A veces en su justo momento que es también el mío; a veces, cuando menos lo espero y otras, cuando le atosigo porque soy una pesada… Pero bien es verdad que en mis peticiones siempre hay una “coletilla”: “Si tu quieres y es bueno para mí”.  

Me suplica paciencia, me entretiene con sus charlas, me llama cada Domingo y me duermo hablando con Él. Es como un Rey Mago que te trae lo necesario y válido para tu vida. Lo que no me concede, me dice que en un tiempo sabré porqué, que no desespere y me fie de Él. 

Nunca se ha quedado callado os lo prometo, nunca, como en este momento ¿Qué creéis, que escribo al tuntún?  Pues no y no es que me lo dicte, yo no soy santina, pero me busca tiempo entre todas mis obligaciones para hacer lo que me gusta: Escribir en su Honor.

Le agradezco estar a su lado: Le llevo a la calle, Le tengo en mi cocina, en mi soledad, con mis amigos… Siento que está conmigo y no decaigo con frecuencia.

 Tampoco es que esté todo el día “saltando”, porque (como todo el mundo), tengo grandes penas terrestres pero en ellas me acompaña, me hace reír y me quiere más que a su vida. 

Un día me hizo pensar… Si tengo penas, tristezas y amarguras ¿es que me parezco a Él? Y me dijo: ¡Pues claro!

Y me quedé tranquila orando con Él… Y encima me ha puesto más “guapa”.

 Gracias Dios, ojalá por siempre sea digna de tu belleza.

¡Tú sí que eras genial por dentro y por fuera! Y tenías cada contestación… 

¡Inimitable!    

     

  Emma Díez Lobo

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