martes, 21 de julio de 2015

Rico o Pobre



No digas: “No te quejes, que siempre hay alguien peor que tú”, ya ¿Y?, pero menos me gusta esto otro: “Mal de muchos consuelo de tontos”…

¡Ni voy a dejar de quejarme porque me chifla, ni soy tonta porque piense en las penas que viven los demás para decir (si quiero):”Virgencita, Virgencita, que me quede como estoy”

Cada ser humano es diferente y único. Hay cosas en la vida que para unos serán buenas y para otros todo lo contrario. Yo puedo dar mucha importancia a algo y tú pensar que es una nimiedad; dónde yo sienta tristeza, tal vez tú, alivio… Y así sucede en la vida y mundo de cada ser humano.

Un pobre en una acera de Bombay se alegra con una manta o un cesto de comida, algo “pequeño e insignificante” y a la vez grandioso; un empresario hundido, por lo que empeñó su vida: Estudios, trabajo y familia, podría llegar a suicidarse...

La riqueza y la pobreza de cada hombre son medidas a los ojos de Dios. Sin una no habría civilización ni adelantos; sin la otra, no existiría el mundo de hoy, la caridad, el altruismo ni las grandes oraciones a Dios.

No es bueno ni malo ser pobre, pero sí es tremendamente malvado y diabólico ser rico y atesorar las riquezas… Lo que Dios observa no es si tienes dinero o no, sino qué hace tu razón con lo que la vida te ha dado: Mucho, poco o nada... Unos y otros son proclives a la maldad y a la bondad por contrarias circunstancias: Hay pobres que matan y ricos que asesinan; hay ricos que reparten y pobres que comparten…   

Siempre habrá buenos y malos, alegrías y tristezas en rascacielos y aceras. Las apariencias no siempre coinciden con la realidad. No nos aventuremos, Dios juzgará.   

Después de lo escrito, creo que no podemos decir: “No llores por no tener zapatos cuando hay otros que sonríen sin pies”. ¡No!, el que no tiene pies tal vez sea más feliz que el que no tiene zapatos para gastar la suela… Pero hay un dicho cierto: “No es más feliz el que mucho tiene sino el que menos necesita”. Extenuación y éxito o calma y providencia.

También hay verdad en esto que pienso: El dolor del “rico”, el pobre no lo entiende; el dolor del pobre, al rico de Dios le duele. Por eso, no midamos al hombre por su riqueza o pobreza, Dios no lo hace, sino por su corazón humilde y hermanado.


Da igual “con zapatos o sin ellos”, pero AMOR en el alma y Dios premiará a ambos hombres.           

Emma Díez lobo



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