No
digas: “No te quejes, que siempre hay
alguien peor que tú”, ya ¿Y?, pero menos me gusta esto otro: “Mal de muchos consuelo de tontos”…
¡Ni
voy a dejar de quejarme porque me chifla, ni soy tonta porque piense en las
penas que viven los demás para decir (si quiero):”Virgencita, Virgencita, que me quede como estoy”!
Cada
ser humano es diferente y único. Hay cosas en la vida que para unos serán
buenas y para otros todo lo contrario. Yo puedo dar mucha importancia a algo y
tú pensar que es una nimiedad; dónde yo sienta tristeza, tal vez tú, alivio… Y
así sucede en la vida y mundo de cada ser humano.
Un
pobre en una acera de Bombay se alegra con una manta o un cesto de comida, algo
“pequeño e insignificante” y a la vez grandioso; un empresario hundido, por lo
que empeñó su vida: Estudios, trabajo y familia, podría llegar a suicidarse...
La
riqueza y la pobreza de cada hombre son medidas a los ojos de Dios. Sin una no
habría civilización ni adelantos; sin la otra, no existiría el mundo de hoy, la
caridad, el altruismo ni las grandes oraciones a Dios.
No
es bueno ni malo ser pobre, pero sí es tremendamente malvado y diabólico ser
rico y atesorar las riquezas… Lo que Dios observa no es si tienes dinero o no,
sino qué hace tu razón con lo que la vida
te ha dado: Mucho, poco o nada... Unos y otros son proclives a la maldad y
a la bondad por contrarias circunstancias: Hay pobres que matan y ricos que asesinan;
hay ricos que reparten y pobres que comparten…
Siempre
habrá buenos y malos, alegrías y tristezas en rascacielos y aceras. Las
apariencias no siempre coinciden con la realidad. No nos aventuremos, Dios juzgará.
Después
de lo escrito, creo que no podemos decir: “No
llores por no tener zapatos cuando hay otros que sonríen sin pies”. ¡No!,
el que no tiene pies tal vez sea más feliz que el que no tiene zapatos para
gastar la suela… Pero hay un dicho cierto: “No
es más feliz el que mucho tiene sino el que menos necesita”. Extenuación y
éxito o calma y providencia.
También
hay verdad en esto que pienso: El dolor
del “rico”, el pobre no lo entiende; el dolor del pobre, al rico de Dios le
duele. Por eso, no midamos al hombre por su riqueza o pobreza, Dios no lo
hace, sino por su corazón humilde y hermanado.
Da
igual “con zapatos o sin ellos”, pero
AMOR en el alma y Dios premiará a ambos hombres.
Emma Díez lobo
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