¿Qué quien es el
Espíritu Santo? Es difícil hablar de Él cuando no se vive de Él, pero sé que no
es una Especial Paloma blanca… ¡NO!, es una PERSONA.
A ver si me explico
mejor: La Santísima Trinidad son tres PERSONAS, no dos personas y una Paloma
(el Espíritu Santo) que se “une”… ¡Qué NO!, que son tres: Dios o el Padre del Universo;
Jesús
o Dios hecho Hombre y el Espíritu Santo o Dios en Espíritu “personal”:
Tres personas “físicas” y UN solo DIOS.
¿Os acordáis cuando
resucitó y se le presentó a Mª Magdalena? Era su Espíritu con un cuerpo; ¡Que
yo sepa no se le apareció ninguna paloma! Aquél era el Espíritu de Dios en una persona
que ni siquiera se parecía físicamente a Jesús, porque el Espíritu Santo no
tiene una “cara” concreta sino la que Dios quiere ponerse; pues lo que importa
no es su rostro, sino el Interior de Dios pero con “textura”.
Si el Espíritu Santo tuviera
el rostro de Jesús pues entonces sería Jesús, ¡no hay que darle muchas vueltas!
Pero su Espíritu es otro Ser de la misma Esencia de Dios, como Jesús lo es.
Estamos acostumbrados a
creer que el Espíritu es “más pequeño” que Dios o Jesús, por estar representado
por el ave de la paz para entenderlo; y al final, lo que nos pasa es que se nos
queda esa idea y… Pero es tan “grande y alto” como sus otras dos “intrínsecas” personas
(Padre e Hijo). Y eso que a Dios nadie Le ha visto jamás…
Pues ya veis qué fácil…
Con una simple explicación lo habéis entendido y yo también, que tampoco me
libro; aunque sé que esa “imagen” no viene porque sí, sino de su representación
en la época, por el Evangelio:
Cuando en el Jordán Juan
vio que se posaba una Paloma sobre Jesús, reconociendo al Hijo de Dios. Pero
¡Ojo!, eso fue ese día; en otro, fueron Lenguas de Fuego en el Cenáculo; otras,
con rostro humano desconocido (en el camino de Emaús) y millones de veces, en
forma de Sabiduría, consuelo, pobreza y, sobre todo en Poder de Dios: Misericordia
y Consagración: Confesión y transubstanciación (cambio del pan y vino, en real
Cuerpo de Cristo), ¡De mil maneras!
¿Veis? Dios hace lo que
quiere, se “viste” de lo que quiere y aparece como quiere. En el Antiguo Testamento, Dios
hablaba; en el Nuevo es Padre y sin dejar de serlo, se hace Hombre y después de
su Resurrección, con su Espíritu y real Cuerpo y Sangre, vamos a todas
partes. Porque siempre es Él.
¡Hala, ya lo he
explicado perfectamente!, a mí me ha quedado claro, clarísimo, sí a ti también,
ensalcemos al Padre por el Hijo en el Espíritu Santo y estaremos rezando con nuestro
único Dios.
Emma
Díez Lobo
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