“Tened
ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que
aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame.
Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar los encuentra en vela; os
aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo”. (Lc
12,32-48).
Hoy Jesús
tendrás que perdonarme porque quiero leer tu evangelio al revés. Bueno, yo creo
que saldrá al derecho de todos modos. Tú nos mandas “estar en vela”. “Que tengamos
nuestras lámparas encendidas”.
Perdona, pero yo te voy a pasar la pelota y te voy a pedir que el que esté en vela seas tú. Porque soy yo quien necesito que tú veles constantemente sobre mí. Yo sé que tengo que estar atento a tus llegadas. Pero yo necesito que tú llegues siempre a tiempo a mi vida y la cambies antes de que yo mismo haga una tontería. Y no es que dude de ti, pero es que te necesito tanto….
Como madre que acuesta a su hijo pequeño y le duerme cantando su na-na.
Como madre que lo deja sumido en sus propios sueños.
Vela también así, Señor, mi sueño. Cierra con tu mano mis ojos. Pon tus dedos en mis labios. Acaricia con tus manos mi frente.
Cansado de mis caminos durante todo el día.
Cansado de mis fatigas.
Guardando mis penas y alegrías en el silencio de mi corazón. Quiero que mi
noche sea el descanso y el reposo de tantos andares.
Y antes de entregarme a mi
sueño, quiero entregarme entero a ti.
Antes de dormirme en los brazos de mis sueños, quiero dormirme en los tuyos.
Antes de dormirme en los brazos de mis sueños, quiero dormirme en los tuyos.
Toma mi
mente, Señor.
Ha pasado
el día ocupada en tantas cosas….
Es
posible que de tanto pensar en mí, pensar en mis cosas, no haya pensado lo
suficiente en ti.
Es
posible que a lo largo del día tú hayas sido el gran olvidado.
Es posible que durante el día que termina, no hayas sido tú el centro de mi pensar.
Es posible que durante el día que termina, no hayas sido tú el centro de mi pensar.
Es
posible que en este día que se acaba, tú hayas estado callado en el fondo de
mis silencios.
Toma mi mente:
Con todos sus pensamientos.
Con todos sus miedos. Con todas sus inquietudes. Con mis ilusiones. Con mis esperanzas.
Que mañana, cuando me despierte, te encuentre a ti el primero. Que mañana,
cuando me despierte, seas Tú el primero a quien salude. Que mañana, cuando me
despierte, mis primeros Buenos Días sean para Ti.
Toma, Señor, mis ojos:
Que
durante el día han estado tan abiertos.
Que ahora
se entregan al sueño. Durante el día han visto demasiadas cosas.
Han visto a tantos que sufren. Han visto a tantos que tienen hambre.
Han visto a tantos que estaban solos. Han visto a tantos que estaban tristes.
Han visto a tantos que estaban felices. Han visto a tantos que caminaban en silencio.
Han visto a tantos que sufren. Han visto a tantos que tienen hambre.
Han visto a tantos que estaban solos. Han visto a tantos que estaban tristes.
Han visto a tantos que estaban felices. Han visto a tantos que caminaban en silencio.
Han visto
a tantos niños que lloraban. Han visto a tantos niños que jugaban y sonreían.
Han visto
a tantas madres buscando un pedazo de pan para sus hijos.
Han visto a tantos hombres cansados.
Han visto a tantos hombres cansados.
Toma
Señor, mis ojos:
Y
pregúntales si te han visto a ti.
Pregúntales
si se han encontrado contigo. Pregúntales si se han detenido mirándote a ti.
Pregúntales
si han mirado con cariño a los demás. Pregúntales si han mirado con rabia o enfado.
Pregúntales
si han llorado con los que lloran. Pregúntales si han reído con los que ríen.
Que
mañana cuando me despierte:
Mis ojos
tengan un mirar nuevo.
Mis ojos
miren a los hombres como hermanos. Mis ojos miren a los hombres y los amen.
Mis ojos miren
a las cosas y las amen pero sin apegarse a ellas. Mis ojos puedan verte a ti:
En cada
hombre que encuentro. En cada mujer que se me cruce en el camino.
En cada acontecimiento que me sorprenda.
En cada acontecimiento que me sorprenda.
Toma, Señor, mis oídos:
Gracias a ellos puedo escuchar el gemido del niño que llora.
Gracias a ellos puedo escuchar el saludo de los que me aman.
Gracias a ellos puedo escuchar las palabras de los que dicen amarme.
Gracias a ellos puedo escuchar los sentimientos de aquellos a quien amo.
Gracias a ellos puedo escuchar la música que me recrea
Gracias a ellos puedo escuchar el timbre del que llama a mi puerta.
Gracias a ellos puedo escuchar el dolor y el sufrimiento de mis hermanos.
Porque, gracias a ellos puedo escuchar tu voz. Puedo escuchar tu Palabra. Puedo escuchar que me dices que “me amas”. Puedo escuchar el perdón que me regalas. “Escucha, Israel, al Señor tu Dios”.
“Escucha…..a tu Dios, me
dices cada día a mí.
Toma,
Señor, mis manos:
Te
agradezco el que me las hayas dado.
Con ellas
puedo estrechar las manos de mis hijos. Puedo estrechar las manos de todos los
hombres.
Con ellas
puedo acariciar. Puedo bendecir. Puedo levantar. Puedo dar y compartir mi pan.
Al
terminar este día, Señor, déjame, antes de dormirme, que las mire:
Quisiera tenerlas más llenas para repartir. Quisiera tenerlas siempre abiertas.
Quisiera tenerlas más llenas para repartir. Quisiera tenerlas siempre abiertas.
Quisiera
haberlas extendido a más hermanos. Quisiera haberlas extendido a más manos.
Quisiera
haber bendecido a más hombres. Quisiera haber repartido más panes.
Quisiera haber ofrecido más
vasos de agua. Quisiera haber levantado a más caídos.
Muéstrame
las tuyas, Señor:
Déjame de
ver los agujeros de los clavos.
Déjame ver esas manos que tocaron a los leprosos y están limpias.
Que mis manos, sean, Señor, mañana tus manos.
Toma,
Señor, mis pies:
Cuántos pasos han dado en este día que termina.
Cuánto han andado dentro de casa. Cuando han andado en la cocina.
Cuánto han andado en la calle. Cuánto han andado en la oficina.
Cuánto han andado buscando a los demás. Cuánto han andado buscando hacer el bien.
Cuánto han andado buscando cómo hacer el mal.
Tengo los pies cansados.
Cansados como los tuyos.
Los tengo hinchados de tanto andar. También ellos piden un descanso.
Los tengo hinchados de tanto andar. También ellos piden un descanso.
Pero, Señor, quisiera que,
mañana cuando vuelva a amanecer: Me regales unos pies:
Que se
cansen de tanto andar hacia los demás, que se fatiguen de tanto acercarse a los
que me necesitan,
Que se
cansen de tanto servir a los demás.
Ya ves, Tú
nos mandas estar en vela y nosotros te pedimos seas Tú quien vele sobre
nosotros, para que nuestras vidas estén siempre atentas a ti y a los demás.
Oración
Señor:
Abre mis ojos para que pueda ver. Abre mis oídos para que pueda escuchar.
Abre mi
corazón para que esté siempre abierto a Ti y a todos los que llaman a mi
puerta.
Que te
vea cuando llegues.
Que te
vea cuando te escondes en mi hermano.
Que te
vea cuando todo pareciera ocultarte. Amen.
J. Jauregui
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