Que los Juegos
Olímpicos impulsen la paz, la tolerancia y la reconciliación en el mundo,
es el anhelo que el Papa Francisco hizo llegar desde Roma, en su audiencia
general, dos días antes de la inauguración de las Olimpiadas de Río de Janeiro.
Con las palabras del Apóstol San Pablo, el Sucesor de Pedro alentó al «buen
combate», para llegar juntos a la meta, construyendo una civilización en la que
reine la solidaridad para toda la familia humana, sin distinción alguna. Y
también exhortó a los brasileños a construir un país más justo y más seguro,
apostando por un futuro lleno de esperanza y de alegría.
«Quisiera dirigir ahora un
saludo afectuoso al pueblo brasileño, en particular a la ciudad de Río de
Janeiro, que hospeda a los atletas y aficionados de todo el mundo, con ocasión
de las Olimpiadas. En un mundo que tiene sed de paz, tolerancia y
reconciliación, deseo que el espíritu de los Juegos Olímpicos pueda inspirar a
todos, participantes y espectadores, en combatir «la buena batalla» y terminar
juntos la carrera (cfr 2 TM, 4, 7-8), deseando conseguir como premio, no una
medalla, sino algo mucho más precioso: la realización de una civilización en la
que reine la solidaridad, fundada en el reconocimiento de que todos somos
miembros de una única familia humana, independientemente de las diferencias de
cultura, color de piel o religión. Y para los brasileños, que con su alegría y
característica hospitalidad organizan la Fiesta del Deporte, les deseo que ésta
sea una oportunidad para superar los momentos difíciles y comprometerse en el
«trabajo de equipo», para la construcción de un país más justo y más seguro,
apostando por un futuro lleno de esperanza y de alegría ¡Que Dios los bendiga a
todos!».
(CdM – RV)
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