martes, 16 de agosto de 2016

Dios te bendice



El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su Rostro sobre ti y te conceda su favor; el Señor se fije en ti y te conceda la paz (Nm 6, 22-27)

Hermosa bendición que dijo el Señor a Moisés para trasmitir al pueblo de Israel, y, por ende, a nosotros, su nuevo pueblo. Y en la liturgia cristiana, la Iglesia ha querido enviarla el primer día del año a todos los fieles.

Fijémonos por un momento en los términos de la bendición. La  bendición es un término que procede de: bendición = decir bien de alguien. Así el Señor dice bien de nosotros, nos bendice, nos acompaña siempre, está a nuestro lado.

Y se nos habla del Rostro de Dios. El rostro de cualquier persona ya nos está diciendo cómo se encuentra su alma; en español decimos que “la cara es el reflejo del alma”; y es verdad, podemos intuir por su rostro su estado ánimo; no podemos conocer los problemas o inquietudes por las que atraviesa su alma, pero sí podemos deducir que su alma está feliz o está inquieta.

Y la bendición de Dios sobre su pueblo, tal y como la transmite a Moisés es la de iluminar su Rostro sobre nosotros. Recordemos que cuando Moisés hablaba con Yahvé en la Tienda del Encuentro, salía transfigurado, con el rostro iluminado.
Y de la misma forma, en el episodio de la Transfiguración de Jesucristo en el Monte Tabor ante sus discípulos - Pedro, Santiago y Juan -, el Rostro de Jesús se volvió de un blanco de tanto resplandor, como ningún batanero lo podría dejar, dice textualmente el Evangelio.

Hay un libro que se titula: DIOS EXISTE, YO ME LO ENCONTRE de André Frossard, que narra su propia experiencia de Luz en una “revelación de tipo Paulino”. Él cuenta su vida totalmente atea en los años de la primera guerra mundial en un pueblecito del sur de Francia. Y narra su propia experiencia de conversión que dura CINCO MINUTOS. ¡No! ¡ No es una errata! Dura cinco minutos. En los últimos párrafos del libro dice textualmente: “…el cielo se abre, se eleva, se alza de pronto, fulguración silenciosa, de esta insospechada capilla en la que estaba misteriosamente incluido…”Se refiere a la visión de la Hostia consagrada y expuesta en el altar de una iglesia en la que había entrado un compañero y de la que él se había quedado a la puerta. Y continúa su exposición:”…es un cristal indestructible, de una luminosidad casi insostenible (un grado más me aniquilaría), y más bien azul. Un mundo distinto de un resplandor y una densidad que despiden al nuestro a las sombras frágiles de los sueños incompletos. Es la evidencia de Dios. La evidencia hecha presencia y hecha Persona, de Aquel a quien yo había negado un momento antes…”

Continúa el libro de los Números: el Señor se fije en ti y te conceda la paz. Y es que el Señor se ha fijado en ti y en mí; y sin ningún mérito por nuestra parte. Así es Dios: es el Amor puro, único y personificado. Que elige a sus ovejas, y las llama por su nombre: Que Él un día nos pueda decir: “…esta o esta, es mi hijo/@ en quien me complazco…”

Y nos concede la Paz: no como la da el mundo (Jn 14,27). Los judíos dicen: SHALOM, que es una paz que cae sobre nosotros con toda la fuerza de la Paz de Dios.

Pues que esta hermosa bendición nos acompañe en este primer día del año que comienza, viviendo siempre en la presencia de Jesucristo y su santo Evangelio

Alabado sea Jesucristo

Tomás Cremades

(Del libro DIOS EXISTE, YO ME LO ENCONTRE de André Frossard) de la Editorial Rialp


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