El hombre, creado por Dios, a su imagen y semejanza
ha traicionado a su Creador, Dios; Él a creado de la nada, por su Poder, todos
los seres vivientes y los inanimados, los astros, los mares, la tierra…nos lo
recuerda el capítulo 1º del libro del Génesis.
Y ha creado al hombre (mujer), a su imagen y
semejanza, para que sean felices con Él toda la eternidad. Sólo le pide fidelidad.
Y el Tentador, el Maligno, en forma de serpiente, engaña a los dos. Y les hace
ver el sentimiento celoso de Dios, que sólo quiere ser dueño del poder y la
sabiduría…igual que ocurre ahora. El hombre cayó y sigue cayendo en los mismos
desvaríos que Adán. El hombre actual quiere ser el que dicta la Ley. No
necesita de Dios. Sabe más que Él, si es que cree…cuando no lo ignora con esa
versión moderna del agnosticismo y el ateísmo.
Pero Dios ama profundamente al hombre. Es su obra
más perfecta de la Creación. Y no se resigna a perderlo.
Así podemos imaginar una conversación entre el
Padre y el Hijo: “…Nuestra creación más
perfecta, el hombre, ha traicionado
nuestro Amor; sólo el Hijo puede crear una Nueva Alianza de Amor… ¿cómo podemos
recuperar o rehacer esta situación? ¿Vamos a dejar que el hombre se pierda para
siempre en las fauces del león (el Tentador, Satanás)?
Quien mejor refleja esta conversación Padre-Hijo es
el libro de los Salmos, como no podía ser de otra manera, pues los Salmos es la
oración con que se comunicaba Jesucristo con su Padre. Dice así:
“…Tú No
quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides
sacrificio expiatorio, entonces yo dije: “Aquí estoy.”Está escrito en el rollo
del Libro que debo hacer tu Voluntad…” (Sal 40,7-9)
“Bajaré a la
tierra y seré un hombre entre los hombres, para que su castigo caiga sobre Mí,
y el precio de sus pecados sea mi Cuerpo destrozado y mi Sangre derramada…el
castigo que merece el hombre, lo asumiré yo, en mi Hijo”
Por eso dirá san Juan: “…habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo…” (Jn 13,1).Hasta
el extremo de hacerse pecado por nosotros, clavando
nuestros pecados en la Cruz (Col 2, 14-17): “…canceló nuestra nota de cargo…y
la quitó de en medio, clavándola en la Cruz…”, nos dirá Pablo de Tarso.
Y a la luz del Salmo (91,4) que dice: “…Bajo sus alas te refugiará, su Brazo es escudo y armadura…”, podemos mejor comprender que, ya más de dos
mil años antes de Cristo, el autor sagrado, inspirado por el Espíritu Santo lo
entonara. En efecto, las “alas” con que nos refugia, son los brazos de Cristo
extendidos en la Cruz, que cual águila, nos lleva en sus palmas. Y su Brazo, es
el Poder del Altísimo, representado por la Mano de Dios; este Brazo nos protege
como escudo contra el Mal.
Así comprobamos que toda la Escritura, el lenguaje
de los Salmos, anuncia profundamente todos los secretos de la Revelación.
Alabado sea Jesucristo.
Tomas Cremades Moreno
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