Igualito que el de la peli pero en malo
y, es verdad que viene (porque se nota).
El 90% de las veces lo hace cuando estamos acompañados
(es la estrategia), y entonces yo oigo una voz que me alerta y me dice: ¡Ojo
con tu lengua! -Ése es Manuel, mi Ángel custodio- y… Otra vez la culpa y la
pena dichosa.
Somos incorregibles ¿Cómo es posible tanta
reincidencia?, no hay quien lo entienda.
¿70 veces 7?, creo que Dios no
multiplicó. ¿90 veces mil? y a lo mejor tampoco. Por eso necesitamos vocaciones.
Cantidad de Consagrados que deben repartirse las “monstruosidades” de los 1.229
millones de católicos.
La lengua… Ya lo dijo Dios en el Libro Eclesiástico (28,22): “Muchos
han perecido (infierno) al filo
de la espada pero no tantos como por culpa de la lengua”.
Y ¿Sabéis que decía San Bernardo? Decía
que
“La lengua es una lanza, la más aguda, con un solo golpe atraviesa a tres
personas: La que habla, la que escucha y la tercera, de quien se habla”.
El silencio, el corregir o el cambio de
tema, es la mejor arma que tenemos.
Estoy empezando a probarlo y es cierto. El
monstruo desaparece… Para volver más tarde por alguna otra causa, eso seguro.
Aprendamos a distinguir entre opinión y
crítica, entre juicio y discernimiento y, no causaremos daño a nadie.
El cristiano es llamado para cumplir
una misión y, esa misión es “bien hablar” (bendecir): Las almas de tres
personas saldrán ganando.
Emma
Díez Lobo
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