Ya lo creo que llega y me pregunto qué
hice tan mal… ¡Ufff!, me salen temas hasta por las orejas. Yo no puedo decir
que la gente o la vida sea injusta conmigo como sucedió con Jesús, porque Él era
solo bondad y preocupación extrema por los hombres, pero YO…
En verdad que el dolor te hace
reconocer los enormes errores, sus consecuencias y muchas cosas más. Entonces,
me digo: ¡Vaya por Dios!... Así hasta el siguiente que me caiga que puede ser
de cualquier marca.
Pero estoy agradecida porque no me siento sola como Jesús se sintió.
Gracias a sus Palabras, mientras más “reveses”,
más remisión. Pero… ¡Ya me lo podía haber pensado antes, caramba!
El dolor, es mirado por Dios de una
manera muy especial. Los Santos son el mejor ejemplo de esta mirada. Ninguno de
ellos pasó por la vida sin dolor, a veces insoportable. Pues nosotros que somos
“del montón, montón”, con más razón, aunque no sea comparable -los dolores del
alma son peores que los físicos-.
Ellos nos enseñan que la paz del dolor está en el Evangelio y sí es verdad pero a veces es necesaria una
tregua, porque ¡jopé!, parece que se nos pegan con “Súper- Glue-3”.
Cuando
llega el dolor, llega Dios.
De estar de lujo, no habría venido y precisamente lo hizo por los “enfermos”,
no por los “sanos” -literal y no literal, las dos valen-. Así que gracias
enormes por ser consciente de Ti en mis dolores y patinazos (uno tras otro…).
Emma
Díez Lobo
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