Sé que lo cristiano es hablar del amor
de Dios, pero cuando solo hablas del amor, la gente no pone atención, no les impacta
en absoluto. Entonces, hablemos de las graves
consecuencias advertidas por Jesús, si no hay Evangelio.
Y… La atención surge, la mirada es
desafiante, has tocado la fibra del “YO”, del yo me basto a mí mismo, del yo no
soy un asesino, del infierno no existe… ¡Qué cómodo es no Leer a Dios!
El mundo ha llegado a creer que el
infierno es una invención de la Iglesia. Pero por desgracia -causa de nuestra
libertad inalienable- es REAL Y VERDADERO. Dios lo nombra cuando:
El mundo no Le cree, habiéndole conocido (Juan
3:36; 2:24); cuando no se va a su “Banquete vestido de Fiesta” (Mt 22,1-14);
cuando es retado (Gl 6:7; Job 9:4; S 17:10); cuando se blasfema contra el
Espíritu Santo (Mt 12:22-31); cuando profesas en iglesias inventadas
posteriores a Jesús o vives sectas y prácticas del solo YO (Apoc.
22:18); cuando se hace daño a un pequeño (Mt 18,6)… Cuando
no adquieres la Misericordia de Dios.
Un asesino de mil muertes, arrepentido
ante Dios, se salva; pero uno cualquiera de nosotros sin remisión del Espíritu
Santo, no es posible. Jesús Resucitado dijo a los 11 apóstoles: “Id y
perdonad los pecados… Dicho esto, sopló sobre ellos infundiéndoles el Espíritu
Santo” (Juan 20,22-23).
Somos libres para creer o no, pero
también lo somos para condenarnos o no.
Emma
Díez Lobo
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