“…Así pues,
todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el
hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los
torrentes, soplaron los vientos y embistieron sobre la casa; pero la casa no
cayó porque estaba cimentada sobre roca…” (Mt 7 24-26
Hermosas palabras de Jesús, para todo el que oiga y
escuche su Palabra, su Evangelio, y lo ponga en práctica. El que así actúa es
como aquellas “vírgenes sabias” que
nos recuerda el Evangelio de Jesucristo según san Mateo, en (Mt 25,1-13).
Y es que Jesús nos interpela muchas veces con la
“prudencia”: “…Mirad que os envío como
ovejas en medio de lobos. Sed, pues, prudentes como serpientes y sencillos como
palomas…” (Mt 10, 16)
A nadie se le ocurriría dejar un rebaño de ovejas
entre los lobos…y sin embargo Jesús, el Buen Pastor, nos deja así. ¿Es que
busca nuestra perdición? No, en absoluto. Nos da las claves para sobrevivir:
sed prudentes como serpientes…
Y aquí nos aparece otra comparación que nos llena
de inquietud: la serpiente.
De modo que la serpiente siempre ha sido el símbolo
del pecado, el animal que Dios eligió para simbolizar al Tentador, como nos
recuerda el Libro del Génesis… ¡Sed
prudentes!
En la vida nos cae encima la lluvia, es verdad.
Unas veces esta lluvia representa la Palabra de Dios, que nos purifica y nos
limpia. A veces esta agua, tan preciada en la tierra de Israel por su ausencia,
se convierte en agua caudalosa que arrastra lo que coge a su paso…El viento
sopla en todas direcciones, y solo hay UNA, la del camino que conduce a Dios,
que tiene palabras de Vida Eterna.
Los demás vientos chocan contra la casa. La casa
que hemos construido con nuestras comodidades, pero donde no hay un lugar para Dios.
¿Cómo puede uno entrar en la casa del fuerte y
saquear su ajuar, si antes no ata
primero al fuerte? (Mt 12,29)
El enemigo Satanás, nos ata con nuestras pasiones. La casa que está “totalmente
ordenada”, donde el enemigo puede entrar libremente y pasearse por ella, porque
no está Dios. Es el orden que el hombre se construye sin la presencia divina.
Y no está Dios porque estorba…estorba porque no le
conocemos, porque el enemigo nos presenta un dios (con minúscula) que no
existe, un dios que nos exige, nos molesta, no nos deja vivir la vida, y
seguirle es seguir a un dios de sufrimiento. Ese dios NO existe.
El Salmo 41 nos recordará: “...Una sima grita a otra sima con voz de cascadas; tus torrentes y tus
olas me han arrollado…” Estas simas,
estos montes, donde habitan los dioses que hemos construido con nuestros
pecados, con nuestras idolatrías, han sido arrollados por las olas de la
conveniencia, pero fuera de Dios.
El hombre prudente, como la virgen sabia, edifica
su casa sobre roca; pero Roca con mayúscula, Jesucristo, nuestra Piedra
angular, sin la cual todo nuestra casa se cae. Esta es la verdadera prudencia a
la que nos invita Jesucristo.
Alabado sea Jesucristo,
Tomas Cremades Moreno
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