Todo preparado, Señor: las
luces, la cuna, los turrones, la familia, los amigos, el caviar… Todos han
venido a tu gran fiesta, todos, ¿todos?... Bueno, todos menos Tú.
Todos menos la anciana que
vive sola y que dos pisos más arriba celebrará tu fiesta anhelando que alguien
llame a su puerta y a su corazón.
Todos menos los búlgaros
que invaden peligrosamente nuestras calles y que me obligarán a coger un taxi
para volver del cotillón.
Todos menos la compañera
poco agraciada que “bombardea” inútilmente mi móvil a todas horas… “¿No se dará
cuenta de que…?”
Todos menos el mendigo que
celebra las fiestas con unas cajas de vino para protegerse del frío…, del frío
y de la indiferencia y soledad.
Todo preparado, Señor: las
luces, la cuna, los turrones, la familia, los amigos, el caviar…
Todos han venido a tu gran
fiesta, todos, ¿todos?... Bueno, todos menos Tú.
Todos menos el enfermo que
visitaré tras las fiestas porque no son días, precisamente estos, para el
llanto y el dolor.
Todos menos el compañero
desempleado que este año verá cómo los Reyes Magos se olvidan de pasar por su
hogar.
Todos menos el familiar
que hace años se sentaba con nosotros y que por un… dejémoslo, no es cuestión
de amargarse las fiestas.
Todos menos la señora de
la limpieza que el día de Navidad y el de Año Nuevo y el de Reyes tendrá que
limpiar (decisión consensuada) nuestra escalera.
Todo preparado, Señor: las luces, la cuna, los
turrones, la familia, los amigos, el caviar… Todos han venido a tu gran fiesta,
todos, ¿todos?... Bueno, todos menos Tú.
Hoy te pedimos, Señor, por
los ausentes de nuestra Navidad.
Que te hagamos presente en
los ancianos que vive y mueren solos; en los inmigrantes que nos incomodan; en
los pobres que nos recuerdan nuestra indiferencia y egoísmo; en los enfermos y
hospitalizados; en los parados; en los heridos, muertos en tantas guerras; en
los refugiados que huyen del hambre y el terror; en los que sufren las
consecuencias de las catástrofes naturales…
En todos ellos Tú nos
visitas en Navidad. Que te veamos y te acojamos, porque si Tú estás ausente, no
será Navidad.
J. M. de Palazuelo
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