¡Vaya parábola interesante!
- ¡Mundo! Os envío la semilla…
1º- Yo sigo andando… No me
interesa, yo a lo mío que es más importante.
2º- ¡Anda, qué es esto! Qué curioso, a
ver que dice… Bueno, me voy que tengo cosas que hacer…
3º- Jopé, por más que me pongo a ello, me
interrumpen y me absorben como las turbinas, a ver si otro día…
4º- ¡Uy, qué descubrimiento! Alguien me quiere en
verdad… Con tanta adversidad a mí alrededor, parece como si naciera una esperanza
que resiste todo. Lo tengo que comunicar porque es espectacular. Siento una
especie de calma invisible dentro de una gran responsabilidad.
Y todos, excepto uno, siguieron su
camino. El primero, se miró el “ombligo”. El segundo, dejó pasar la oportunidad
y se olvidó. Al tercero le arrastraron y perdió la batalla. El cuarto, se paró,
vio, acogió e interactuó con Dios.
-
Ya os dejé mi semilla, pero solo uno se interesó, la plantó y se hizo voz de mi
Voz. Solo uno temió por su vida después de la vida y Me siguió…
Y así se escribe la historia de la
mayoría de los hombres, viviendo “por sus huesos” sin detenerse en Dios.
Emma Díez Lobo
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