Jesús, profeta rechazado
Extraña la reacción de
rechazo a Jesús inmediatamente después de la admiración de los nazaretanos.
Realmente se trata de un cuadro simbólico compuesto por Lucas, adelantando la
escena del rechazo de Nazaret (en Marcos y Mateo viene mucho más tarde), con el fin de presentar lo que será el
ministerio de Jesús en Galilea, tipificada en los nazaretanos: en un primer
momento admiran a Jesús y más tarde lo rechazan. De esta forma ofrece otra característica
de la obra de Jesús, profeta rechazado.
La primera lectura
recuerda que el rechazo es propio de la misión profética. Dios llama a Jeremías
y le envía a oponerse a la política oficial de su época, en la que el rey y sus
consejeros creen que la salvación del pueblo está en alianzas humanas con
Egipto contra Babilonia. Pero Israel no es un pueblo más, es el pueblo de Dios
y, como tal, su salvación está en la conversión y vuelta a Dios. Fue un mensaje rechazado. Jesús explica su
rechazo aludiendo al rechazo de los profetas.
Los nazaretanos rechazan
a Jesús por envidia aldeana, por egoísmo y por orgullo. En un pueblo pequeño
todos se conocen, todos se ayudan, pero muchos se envidian y no toleran que
uno, igual a ellos, destaque de una manera especial. Por otra parte, si es
profeta dotado de poderes especiales, ¿por qué no se ha volcado entre ellos,
realizando allí milagros y no en Cafarnaún? No tienen en cuenta que Dios es
libre en sus favores, como pone de relieve la historia de Elías y Eliseo,
haciendo favores a extranjeros. Finalmente, hay una expectación falsa que cree
que si Dios les envía un mensajero, éste ha de aparecer con todo tipo de
grandezas humanas. ¿Cómo es posible que sea el profeta anunciado por Isaías el
hijo de José, que ha llevado una vida normal
entre nosotros durante 30 años? Olvidan que sus padres pidieron a Dios,
cuando les hablaba entre truenos en el Sinaí, que les hablara por medios
humanos, por Moisés. Dios aceptó y les prometió enviarles un profeta que
hablara como ellos, un enviado que puedan comprender porque hablaba su mismo
lenguaje. Este es Jesús. Pero lo rechazan y ante sus respuestas, se indignan e
intentan despeñarlo por un precipicio. Pero él, abriéndose paso, seguía su camino. Con este dato Lucas alude al
final del ministerio de Jesús, intentan acabar con él y lo crucifican, pero el
Padre lo resucita y sigue su camino. Lucas escribe en los años 80, iluminando la situación que vive la Iglesia de su tiempo.
Hay oposición e intentos de acabar con el cristianismo, pero el camino sigue
adelante.
Un poco más adelante
Lucas dedicará una sección a reflexionar sobre la razón del rechazo entonces y
ahora y presentará una serie de motivos que se resumen en orgullo. Orgullo
religioso que rechaza a todo el que critique el puritanismo del que se cree sin
pecado o que proponga una salvación diferente de la que él busca y predica.
Orgullo que se manifiesta en el dogmatismo del que cree saberlo todo sobre Dios
y rechaza a todo el que critique su imagen de Dios y de la vida religiosa. En el
fondo se trata de personas que no aman vivir en la verdad de cara a Dios y
prefieren vivir de cara a sus propios intereses. San Juan, en su evangelio, lo
sintetiza en “el mundo”, que es imagen del ámbito del odio y la mentira,
incompatible con el mundo de Jesús, que es amor y verdad.
El rechazo es normal en la
vida cristiana. Hoy Jesús y con él sus discípulos siguen siendo rechazados, a
veces por desconocimiento de su obra, que ha llegado a ellos de forma deformada
y falsa, a veces conscientemente, como consecuencia de una ideología que
profesa valores anticristianos y ve en el cristianismo un obstáculo a liquidar,
como puede ser hoy la ideología de género. Por eso los cristianos no han de
extrañarse y, recordando la parábola de la cizaña, han de evitar dedicarse a
“arrancar cizaña” y se han de centrar en continuar dando razón de su fe con
paciencia. Puede que haya situaciones difíciles, pero el triunfo final es de
Jesús, que “continuará su camino”.
En la Eucaristía
celebramos a la vez el rechazo y la resurrección de Jesús.
D. Antonio
Rodríguez Carmona
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