Calla,
hermano, no metas ruido, que estoy hablando a Dios.
Callemos a
todo, para que en el silencio oigamos los susurros del amor, del amor humilde,
del amor paciente, de amor inmenso, infinito que nos ofrece Jesús con sus
brazos abiertos desde la Cruz.
Callemos, el
ruido de las palabras estorba.
Callemos,
guardemos silencio, pues en él hallaremos, si sabemos buscarlo, nuestro tesoro,
que es Dios.
Callemos, lo
mismo cuando somos consolados por el Divino Jesús, que cuando estamos a solas
con nuestra cruz.
… como tengo
tanto que me bulle dentro, encuentro el silencio más apropiado.
Con el
silencio el sufrimiento es más eficaz.
Con
silencio, oración y mucha locura por dentro, se espera muy bien la llegada…, y
todo llegará.
Cuando
callamos es cuando más cosas decimos.
Cuanto más
silencio tengamos, más cerca estaremos de Dios y más lejos del mundo al que
queremos olvidar.
El secreto
del Rey se mancha y pierde brillo al publicarse. Ese secreto del Rey es el que
hay que ocultar para que nadie lo vea. Ese secreto que muchos creerán son
comunicaciones divinas y consuelos sobrenaturales…, ese secreto del Rey que
envidiamos en los Santos, se reduce muchas veces a una cruz.
El silencio
de la noche hace grande la más pequeña oración.
El silencio
del Rey se mancha con el hálito de la publicidad.
El silencio
es donde el alma que goza de Dios esconde sus delicias.
El silencio
es el recreo del que está alegre y hace la felicidad del enamorado de Dios.
El silencio
es más agradable a Dios que el hablar, aunque sea de cosas espirituales.
El tener
quieta la lengua hace descansar al corazón.
En el
silencio es donde muchas veces se encuentra el consuelo que no pueden dar las
criaturas.
… es tan
difícil no ofender a Dios con la lengua.
Me hablas de
tu oración, del estar en silencio delante de Dios… Te entiendo; no quieras ni pidas
más. Sobre esto ¡si te pudiera hablar! Pero por escrito es muy difícil, aunque
sé lo que eso es… ¡Qué bien se está así!, ¿verdad? Dios inunda el alma con una
suavidad… ¡Señor, Señor!, ¿qué hemos hecho, dónde nos meteremos, hermana?
Mientras no
busquemos a Dios en el silencio y en la oración, mientras no estemos quietos,
no hallaremos paz, ni encontraremos a Dios.
Mucha gente
me pregunta acerca del silencio de la Trapa, y yo no sé qué contestar, pues el
silencio de la Trapa no es silencio…, es un concierto sublime que el mundo no
comprende… Es ese silencio que dice “no metas ruido, hermano, que estoy
hablando con Dios…” Es el silencio del cuerpo para dejarle al alma gozar en la
contemplación de Dios. No es el silencio del que no tiene nada que decir, sino
el silencio del que teniendo muchas cosas dentro y muy hermosas, se calla, para
que las palabras que siempre son torpes, no adulteren el diálogo con Dios. Es
el silencio que nos hace humildes, que nos hace sufridos, que al tener una pena
nos la hace contar solamente a Jesús, para que Él también en silencio nos la
cure sin que los demás se enteren.
El silencio es necesario para la oración. Con el silencio es difícil faltar a la caridad….
Nada
encuentro en los libros; solamente en el silencio de todo y de todos…, en ese
silencio que ni el pensamiento se atreve a turbar, en ese silencio que rumia
amores y esperanzas, solamente ahí se puede vivir.
Nada me
dicen las criaturas…, todo es ruido… Sólo en el silencio de todo y de todos,
hallo la paz de tu amor… Sólo en el humilde sacrificio de mi soledad, hallo lo
que busco…, tu Cruz…, y en la Cruz estás Tú, y estás Tú solo, sin luz y sin
flores, sin nubes, sin sol…
No busques
quien te hable de Él…, te llevarás muchas desilusiones y no hace falta, pues
“no sabrán decirte lo que quieres”, y hasta parece que ocultando el amor que a
Dios tienes, le quieres más…
Nuestra paz
en el mundo aumenta a medida que aumenta nuestro silencio.
Oculta a
Dios dentro de ti; ten tus ratos de silencio y tu oración, pero que nadie se
entere.
Por el alma
silenciosa navegan los pensamientos de Dios; y cuanto más silencio, más paz,
más serenidad y más facilidad para estar en la presencia del Señor.
Que tu vida
sea renuncia, sacrificio, oración y silencio.
Silencio,
oración, renuncia y sacrificio con la risa en los labios y paz en el corazón,
eso es amor.
Solamente en
el silencio se puede vivir, pero no en el silencio de palabras y de obras…, no;
es otra cosa muy difícil de explicar… Es el silencio del que quiere mucho,
mucho, y no sabe qué decir, ni qué pensar, ni qué desear, ni qué hacer… Sólo
Dios allá adentro, muy calladito, esperando, esperando, no sé…, es muy bueno el
Señor.
Soledad y
silencio es el marco imprescindible a la oración.
Veo mi
camino tan sencillo…, amor de lleno a Dios y silencio con los hombres.
(San Rafael
Arnaiz)
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