Comenzar el curso
pastoral acompañando a la Hospitalidad diocesana de Ntra. Sra. de Lourdes, que
ha llevado este año al Santuario francés 260 peregrinos entre estos, enfermos y
voluntarios, es comenzarlo con este convencimiento: “al mundo lo salvará
la ternura”. Los seguidores de Jesús sabemos que es la ternura de Dios
Padre la que nos acompaña en la vida y la que tenemos que “copiar”. Hemos de
ofrecer al mundo la ternura de Dios y disfrutar más el lado positivo de las
personas y de los acontecimientos. Peregrinar a Lourdes es querer ver con los ojos de
Dios las realidades del mundo y. especialmente, las limitaciones humanas que en
este lugar se palpan de una manera concreta y viva. Ya os he comentado otras
veces que “la enfermedad de este mundo es la miopía”. No ver al
otro, no compadecer, no estar junto al otro que tiene cualquier carencia, es
estar ciego. Hemos de ver con los ojos de Dios, son “las gafas de la fe”. Y
contar con la ayuda de la Virgen María: ella es el atajo para llegar a Dios.
Con qué
falsedad viven hoy tantos ante la enfermedad, o la discapacidad, o la
ancianidad. Comprender el verdadero sentido de la vida incluye la aceptación
del sufrimiento y de la limitación. “El mundo no será mejor cuando esté
compuesto sólo por personas aparentemente perfectas, sino cuando crezca la
solidaridad entre los seres humanos, la aceptación y el respeto mutuo”. (Papa
Francisco. Jubileo de los Enfermos. Año 2016).
Al hilo
de esto, os ofrezco tres reflexiones concretas:
1.- “Ser es mejor que hacer”. Dios
me quiere no porque haga muchas cosas o porque le demuestre que soy valioso.
Soy amado por Dios antes y más allá del tiempo y él quiere que esté siempre con
él.
2.- “El corazón, en el contexto de
lo que vengo diciendo, es más importante que la mente”. Lo que
hace que el ser humano sea humano es poder dar y recibir amor. Esto es un don
divino que nos permite confiar en Dios y, también, en nuestros padres, en
nuestra familia, en nosotros mismos, en nuestro mundo.
Suele suceder
que las personas con discapacidades físicas o mentales dejan fácilmente hablar
al corazón y revelan así una mística inalcanzable para muchas personas
intelectualmente agudas.
3.- “Hacer la cosas juntos es más
importante que hacer las cosas solos”. Hemos de aprender a
trabajar en equipo, en comunidad, buscando juntos y trabajando unidos. Y juntos
hemos de intentar construir una sociedad en la que los más débiles tengan
apoyo, justicia y soluciones. “Una sociedad que no logra aceptar a los
que sufren y no es capaz de contribuir mediante la compasión a que el
sufrimiento sea compartido y sobrellevado interiormente, es una sociedad que no
es humana”. (Benedicto XVI. Jornada Mundial de la Juventud. Año 2011).
Agradezco
a la Hospitalidad diocesana de Ntra. Sra. de Lourdes, a sus voluntarios, y a
todos los que queréis construir un mundo mejor, todos vuestros trabajos.
Con mi afecto y mi bendición,
+ Ángel Pérez Pueyo
Obispo de Barbastro-Monzón
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