Este va a
ser el objetivo prioritario del curso que estrenamos. Poco a poco vamos
conformando y afinando nuestra «orquesta» diocesana que incentiva el
sentimiento de pertenencia a una única y misma familia con un proyecto
fascinante: impulsar en nuestra tierra la revolución de la ternura de Dios. El
secreto está en integrar a todos y que cada uno aporte al común lo mejor de sí
mismo.
Después
de haber recorrido 183.758 kilómetros en cuatro años y medio, visitando los 254
pueblos de la Diócesis y conociendo el sentir de nuestra gente, la tarea más
ardua y delicada será la de aunar y coordinar tantos esfuerzos individuales en
un proyecto ilusionante. No se trata de hacer muchos «chiringuitos» ni de crear
«cortijos» personales sino recrear comunidades vivas y corresponsables que
permitan visibilizar la caricia de Dios en cada uno de sus hijos.
Cada
Arcipreste será quien coordine esta acción coral junto con el obispo, los vicarios,
sacerdotes, animadores de la comunidad, delegados y/o responsables de los
diferentes movimientos o grupos apostólicos. E impulse la animación personal y
la formación de los diferentes agentes evangelizadores. La «baraja de familias»
que se preparó, visibiliza las cuatro dimensiones de toda acción pastoral
(«martiría» [ANUNCIO], «diakonía» [SERVICIO], «leiturgía» [CELEBRACIÓN] y
«koinonía» [COORDINACIÓN-COMUNIÓN]). En cada arciprestazgo debe quedar nítido
el anuncio, el servicio y la celebración a través de los diferentes servicios
que el Señor suscite y debe asegurarse la coordinación y la comunión. La
catequesis familiar no sólo incentiva la implicación de los padres en la
educación de sus hijos sino que propicia en las grandes parroquias verdaderas comunidades
de vida, «microclimas» que ayudan a madurar la fe de todos.
Poner en
«clave de SOL-MISIÓN» nuestra Diócesis está siendo el desafío más arduo pero
más fecundo. Con el testimonio de nuestros mártires, de los santos y fundadores
de nuestra tierra… sabemos que el esfuerzo y el sacrificio de hoy será semilla
de abundantes vocaciones en esta iglesia diocesana del Alto Aragón.
¡Feliz
curso!
Con mi
afecto y mi bendición,
Ángel
Pérez Pueyo
Obispo de
Barbastro-Monzón
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