miércoles, 4 de septiembre de 2019

¡Ni «chiringuitos» ni «cortijos», comunidades cristianas vivas y corresponsables!




Este va a ser el objetivo prioritario del curso que estrenamos. Poco a poco vamos conformando y afinando nuestra «orquesta» diocesana que incentiva el sentimiento de pertenencia a una única y misma familia con un proyecto fascinante: impulsar en nuestra tierra la revolución de la ternura de Dios. El secreto está en integrar a todos y que cada uno aporte al común lo mejor de sí mismo.

Después de haber recorrido 183.758 kilómetros en cuatro años y medio, visitando los 254 pueblos de la Diócesis y conociendo el sentir de nuestra gente, la tarea más ardua y delicada será la de aunar y coordinar tantos esfuerzos individuales en un proyecto ilusionante. No se trata de hacer muchos «chiringuitos» ni de crear «cortijos» personales sino recrear comunidades vivas y corresponsables que permitan visibilizar la caricia de Dios en cada uno de sus hijos.

Cada Arcipreste será quien coordine esta acción coral junto con el obispo, los vicarios, sacerdotes, animadores de la comunidad, delegados y/o responsables de los diferentes movimientos o grupos apostólicos. E impulse la animación personal y la formación de los diferentes agentes evangelizadores. La «baraja de familias» que se preparó, visibiliza las cuatro dimensiones de toda acción pastoral («martiría» [ANUNCIO], «diakonía» [SERVICIO], «leiturgía» [CELEBRACIÓN] y «koinonía» [COORDINACIÓN-COMUNIÓN]). En cada arciprestazgo debe quedar nítido el anuncio, el servicio y la celebración a través de los diferentes servicios que el Señor suscite y debe asegurarse la coordinación y la comunión. La catequesis familiar no sólo incentiva la implicación de los padres en la educación de sus hijos sino que propicia en las grandes parroquias verdaderas comunidades de vida, «microclimas» que ayudan a madurar la fe de todos.

Poner en «clave de SOL-MISIÓN» nuestra Diócesis está siendo el desafío más arduo pero más fecundo. Con el testimonio de nuestros mártires, de los santos y fundadores de nuestra tierra… sabemos que el esfuerzo y el sacrificio de hoy será semilla de abundantes vocaciones en esta iglesia diocesana del Alto Aragón.

¡Feliz curso!

Con mi afecto y mi bendición,
Ángel Pérez Pueyo
Obispo de Barbastro-Monzón

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