El que no renuncia a todos sus bienes…
(Lc 14, 25-33)
Hay algo que resulta escandaloso e insoportable a
quien se acerca a Jesús desde el clima de autosuficiencia y afirmación personal
del hombre del siglo XX. Jesús es radical a la hora de pedir un adhesión a su
persona. El hombre debe subordinarlo todo al seguimiento incondicional a Jesús.
No
se trata de un «consejo evangélico» para un grupo cristianos selectos o una
élite de esforzados seguidores. Es la condición indispensable de todo
discípulo. Las palabras de Jesús son claras y rotundas. «El que no renuncia a
todos sus bienes no puede ser discípulo mío».
El
hombre siente desde lo más hondo de su ser el anhelo la libertad. Y sin
embargo, hay una experiencia que se sigue imponiendo generación tras
generación: el hombre condenado a ser «esclavo de ídolos». Incapaces de
satisfacernos a nosotros mismos, nos pasamos la vida entera buscando algo que
responda a nuestras aspiraciones y deseos más fundamentales.
Cada
uno buscamos un «dios», algo que nos parece esencial para vivir, algo que
inconscientemente convertimos en lo esencial de nuestra vida. Algo que nos
domina y se adueña de nosotros profundamente. Paradójicamente, buscamos ser
libres, independientes y autónomos, pero, al mismo tiempo, parece que no
podemos vivir sin entregarnos a algún «ídolo» que oriente y determine nuestra
vida entera.
Estos
ídolos son muy diversos. Dinero, salud, éxito, poder, prestigio, sexo,
tranquilidad, felicidad a toda costa… Cada uno sabe el nombre de su «dios
privado» al que da culto y rinde secretamente su ser.
Por
eso, cuando en un gesto de «ingenua libertad» hacemos algo «porque nos da la
gana», debemos preguntarnos honradamente qué es lo que en aquel momento nos
domina y a quién estamos obedeciendo en realidad.
La
invitación de Jesús es provocativa. Sólo hay un camino para acercamos a la
libertad y sólo lo entienden los que se atreven a seguir a Jesús
incondicionalmente: vivir en obediencia total a un Dios Padre, origen y centro
de referencia de toda vida humana, y servir desinteresadamente a los hombres
sentidos como hermanos.
Ed. Buenas Noticias
No hay comentarios:
Publicar un comentario