No podéis servir…
Lc 16,1-13
Jesús era ya adulto cuando Antipas puso en circulación
monedas acuñadas en Tiberíades. Sin duda, la monetización suponía un progreso
en el desarrollo de Galilea, pero no logró promover una sociedad más justa y
equitativa. Fue al revés.
Los ricos de las ciudades podían ahora operar mejor en
sus negocios. La monetización les permitía «atesorar» monedas de oro y plata
que les proporcionaban seguridad, honor y poder. Por eso llamaban a ese tesoro
«mamona», dinero «que da seguridad».
Mientras tanto, los campesinos apenas podían hacerse
con algunas monedas de bronce o cobre, de escaso valor. Era impensable atesorar
«mamona» en una aldea. Bastante tenían con subsistir intercambiándose entre
ellos sus modestos productos.
Como ocurre casi siempre, el progreso daba más poder a
los ricos y hundía un poco más a los pobres. Así no era posible acoger el reino
de Dios y su justicia. Jesús no se calló: «Ningún siervo puede servir a dos
amos pues se dedicará a uno y no hará caso del otro… No podéis servir a
Dios y al Dinero» (mamona). Hay que escoger. No hay alternativa.
La lógica de Jesús es aplastante. Si uno vive
subyugado por el dinero pensando sólo en acumular bienes, no puedes servir a
ese Dios que quiere una vida más justa y digna para todos, empezando por los
últimos.
Sus palabras tuvieron que sacudir la conciencia de
quienes le escuchaban. Para ser de Dios, no basta formar parte del pueblo
elegido ni darle culto en el templo. Es necesario mantenerse libre ante el
Dinero y escuchar su llamada a trabajar por un mundo más humano.
Algo falla en el cristianismo de los países ricos,
cuando somos capaces de afanarnos por asegurar y acrecentar más y más nuestro
bienestar, sin sentirnos interpelados por el mensaje de Jesús y el sufrimiento
de los pobres del mundo. Algo falla cuando somos capaces de vivir lo imposible:
el culto a Dios y el culto al Bienestar.
Algo importante falla en la Iglesia de Jesús cuando,
en vez de gritar con nuestra palabra y nuestra vida que no es posible la
fidelidad a Dios y el culto a la riqueza, contribuimos a adormecer las
conciencias, desarrollando una religión burguesa y tranquilizadora.
Ed. Buenas Noticias
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