¡Háblame Señor!
Un escriba pregunta a
Jesús cual es el mayor mandamiento de la Ley. Jesús le dice lo que todo
israelita sabe; el primero es: "Escucha Israel, amarás al Señor tu Dios
con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas”.
Fijémonos que este amor
incondicional viene precedido de una exhortación: ¡Escucha Israel! Es la
calidad de la escucha de la Palabra la que mueve y crea en el hombre este amor
sin regateos a Dios. El necio piensa que puede amar a Dios con su débil
corazón y hace propósitos, promesas, etc., prescindiendo de la Fuente que
es la Palabra de Dios. Palabra que debería de acoger y amar como la acogió y
amó María a pesar de que lo que Dios le decía era a todas luces imposibles; sin
embargo se fio de Él, de su Palabra y dijo: ¡Hágase en mí!
Al igual que ella, el
sabio según Dios, escucha el Evangelio consciente de su impotencia para
cumplirlo y por eso no promete nada, sería prepotencia prometer lo que no está
a su alcance. Lo que sí hace es escuchar confiadamente la Palabra que le llama
e invita al Discipulado, y con un amor diríamos infinito, consciente del poder
creador del Evangelio de Jesús espera que Él, vaya cambiando su corazón hasta
llegar a ser su discípulo amado.
P. Antonio Pavía
https://comunidadmariama.blogspot.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario