La fuerza del Espíritu actúa en la
historia
conduciéndola hacia la plena comunión,
promoviendo movimientos en pro de la
justicia,
creando conciencia de solidaridad
universal.
Tú hablas en el silencio, todas las
lenguas te proclaman.
Todo espíritu abierto te puede entender
en su lenguaje y en su vida.
La fuerza del Espíritu abierto actúa en
los ambientes,
suscitando valores humanizadores,
aspiraciones a unas condiciones de vida
dignas,
a unas relaciones humanas fraternales.
La fuerza del Espíritu actúa en la Iglesia,
impulsándola en su tarea evangelizadora,
haciéndola signo e instrumento del
Reino,
desde la solidaridad con los empobrecidos.
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