Qué inteligente era
Jesús de Nazaret, hacía política con su propio Evangelio. Era un líder
excepcional, transparente como muchos hoy reclaman, no era demagogo ni escondía
mentiras porque no decía ni una.
Reclamaba la
austeridad, el reparto justo, un gran economista sin acciones ni dividendos
para unos cuantos… Ayudaba al necesitado más que a ningún otro y al de arriba,
le daba la sabiduría de la compensación y justicia de los derechos de los trabajadores.
Ayudaba a las familias
repartiendo el Pan de cada día; los niños eran intocables, lo más importante para
una futura y noble sociedad.
Huyó del lujo, no atacó
bosques ni animales con derecho a la coexistencia. Teníamos lo suficiente para las
necesidades básicas; trigo y bestias para nuestra ayuda y sustento. No autorizó
eliminar animales por placer, por dinero…
Jamás se lucró de nada,
sino todo lo contrario. Enseño a vivir con lo necesario y en la pobreza a
compartir…
Desechó a los ricos, a mezquinos,
avaros y ladrones de vida. El Yo interior del bien el que debía dominar al
hombre y no el egoísmo, la muerte, la apariencia…
No legalizó el robo de
estado, ni el aborto; el terrorismo fanático o las riquezas; las anorexias sin
sentido… Le sobraba honestidad, humildad y caridad, en suma, una inteligencia
de extraordinario político.
Su Partido tenía unos
grandes Diputados, tanto que no existían los Sindicatos. Todo era genial y yo
me pregunto ¿Es que no puede nacer un Partido semejante?
Pues va a ser que no…
Pero tengo la confianza en que el Partido del alma, la bondad, la caridad y el
amor entre los hombres, algún día vencerá.
Nos dio las reglas, el
“cuadro marco”; nos dijo que no usáramos la venganza, la violencia, ni la
mentira, Él juzgaría por nosotros. Dijo que la felicidad estaba en sus Palabras,
pero los hombres no han hecho el más mínimo caso y, ¡cuánta verdad y política
seria había en sus discursos!!!
Yo soy de su Partido: “Summum
bonum” (S.B), que conlleva todos los bienes para el mundo.
A ver si a alguien se
le ocurre…
Emma Díez Lobo
Que así sea!
ResponderEliminar