“Si, pues, el Hijo os da la libertad, seréis
realmente libres”
Jn
8,36
Salvados , de un destino incierto que coloca sobre nuestros
hombros cargas muy pesadas con el
pretexto de ser dueños de nuestro propia vida.
Salvados de creer en nosotros como principio y fin, salvados de agotar las oportunidades de la vida en nuestro mapa de deseos.
Salvados de envenenar el mundo con nuestra vida, sin
saberlo, de vivir soñando vidas que no nos pertenecen aunque vivamos engañados
y engañando a los demás.
Incapaces de abrir las alas de nuestro alma y despojarnos de
nuestra imagen
Autistas porque nuestros ojos repiten una y otra vez el
camino a nosotros mismos.
Mentirosos por inventar disculpas para todo, disculpas que
anestesian, bálsamo para el alma inquieta.
Salvados de nosotros mismos, salvados de nuestra indigencia,
salvados de nuestra ceguera, salvados en tu cruz.
¿Por qué no hemos levantado antes los brazos al cielo para
ser salvados por ti?
¡Feliz el hombre
que no sigue el consejo de los malvados,
ni se detiene en el camino de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los impíos,
sino que se complace en la ley del Señor
y la medita de día y de noche!
que no sigue el consejo de los malvados,
ni se detiene en el camino de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los impíos,
sino que se complace en la ley del Señor
y la medita de día y de noche!
Salmo
1,1-2
Olga Alonso
Qué ayuda es para nuestra vida las consideraciones que se exponen en este artículo!!
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