Desde lo
hondo grito al Señor:
¡Señor,
escucha mi voz!
¡Estén tus
oídos atentos a la voz de mi súplica!
Si llevas
cuenta de los delitos, Señor,
¿Quién
podrá resistir?
Pero de Ti
procede el perdón
Y así infundes
respeto
Mi alma
espera en el Señor,
Espera en
su Palabra,
Mi alma
aguarda al Señor
Como el
centinela la aurora.
Aguarde
Israel al Señor
Como el
centinela la aurora
Y Él
redimirá a Israel de todos sus delitos
El hombre que
ha tocado fondo en su vida, y ve sus miserias, tiene tres opciones:
desesperarse creyendo que sus pecados y su salvación ya no tienen perdón de
Dios; pasar olímpicamente del tema diciendo como el impío: no hay Dios; o
confiar en la Misericordia de Dios. Que comprende sus miserias, y perdona de
todo corazón al pecador arrepentido.
El primer
supuesto, es el de Judas. Judas, como buen judío de su tiempo, conocedor de las
Escrituras, se aplica el lema de ojo por ojo y diente por diente. Dice el libro
del Levítico: “El que mate a un animal, indemnizará por él, mas el que mate
a un hombre morirá” (Lev 24, 19-21)
Leemos en el
libro del Éxodo: “Si se produce una riña, con daños, pagarás vida por vida,
ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pi por pie, quemadura por
quemadura, herida por herida, cardenal por cardenal” (Ex 21, 22-26)
Igualmente
podemos leer en el libro del Deuteronomio, capítulo 19 versículo 21. Es la
llamada Ley del Talión.
Sin embargo,
Jesucristo nos aclara la situación: “No he venido a abolir la Ley, sino a
darle plenitud” (Mt 5,21). Es lo que Judas no entendió, aun después de
convivir con Jesús durante tres años, y ver sus prodigios y enseñanzas. Y aun
así, no podemos juzgar a Judas, ni asegurar su perdición: todo está en las
Manos bondadosas de la Providencia divina, y no tenemos derecho a juzgar a
nadie; el juicio SOLO es de Dios.
Nosotros ya tenemos bastante con mirarnos a nosotros mismos.
La segunda
postura es la del pasota: No hay Dios. Así me quito de complicaciones, entierro
mi cabeza en la tierra, no quiero saber nada y vivo la vida sacando de ella
todo el beneficio que pueda mientras no me pillen. De un plumazo me he quitado
de en medio todos mis problemas.
Es la imagen
del necio. La Escritura, Sabiduría de Dios, como atributo de Él, en el Salmo 14
nos recuerda:
“…Dice el necio en su interior:
¡No hay Dios!
Corrompidos están, da asco su conducta
No hay quien haga el bien
Se asoma Yahvé desde los cielos
Por ver si hay algún sensato
Alguien que busque a Dios…” (Sal 14, 1-3)
Es la imagen
misma de la Parábola de las “vírgenes sabias y las vírgenes necias” (Mt
25, 1-13)
En el Salmo
129 el salmista opta por la tercera opción: reconoce su pequeñez, su
limitación: “Desde lo hondo grito al Señor, ¡escucha mi voz!”, poniendo
oídos al Espíritu en una bellísima metáfora.
Y recuerda al
Señor que no es un contable, que no lleve cuenta de sus pecados, que nadie es
justo a los ojos de Dios. Y confía en Él, auténtico argumento de fe= fiarse de
Dios. Decimos la noche de Pascua: ¡Oh feliz culpa que nos mereció tal Redentor!
Y terminando
con el Salmo, aparece la imagen del centinela: el que vigila, el que está
expectante toda la noche para no caer en manos del enemigo. El centinela espera
el relevo cuando amanezca. Está alerta.
Por eso nos
dice el canto del Benedictus: “... Por la entrañable Misericordia de nuestro
Dios nos visitará el Sol que nace de lo alto…”.Este Sol, este Amanecer, es
imagen de Jesucristo, Sol que viene de lo alto, para iluminar a los que
viven en tinieblas y en sombras de muerte.
Y al
despertar me saciaré de tu semblante, Señor, veré tu Rostro. (Sal 17,15).
Este despertar no es otra cosa que el encuentro definitivo con Jesús. Entonces,
entonando el libro del Apocalipsis, podremos cantar el canto de los elegidos:
“…Llevarán su Nombre en la frente
Ya no habrá más noche
Ni necesitarán luz de lámpara o del sol
Porque el Señor Dios irradiará su Luz sobre ellos
Y reinarán por los siglos de los siglos…” (Ap 22,4-6)
Alabado sea
Jesucristo
Tomas Cremades
Qué interesante y qué bien nos lo haces ver en relación con las Escrituras! Gracias.
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