El
apóstol Pablo nos habla del gran diseño de Dios: Cuando llegó la plenitud del
tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer. (Ga 4,4) La historia nos
dice que cuando llegó esta plenitud del tiempo, cuando Dios se hizo hombre, la
humanidad no estaba bien preparada, y ni siquiera había un período de
estabilidad y de paz. Por lo tanto, este mundo no ha merecido la venida de
Dios, ya que los suyos no lo recibieron. (Jn 1,11) La plenitud del tiempo ha sido
un don de gracia: Dios ha llenado nuestro tiempo con la abundancia de su
misericordia, por puro amor inauguró la plenitud del tiempo, comenta el Papa a
los jóvenes en JMJ.
Sorprende
cómo se realiza la venida de Dios en la historia a través de la pequeñez:
nacido de mujer. Ningún ingreso triunfal, ninguna manifestación grandiosa del
Omnipotente. No se muestra como un sol deslumbrante, sino que entra en el mundo
como un niño desvalido, dado a luz por su madre, con ese estilo que nos habla
la Escritura: como la lluvia cae sobre la tierra (cf. Is 55,10), o como la más
pequeña de las semillas que brota y crece (cf. Mc 4,31-32). Por eso prefiere a
los pequeños, grandes a sus ojos; a ellos dirige su mirada (cf. Is 66,2), a
ellos se ha revelado el Reino de Dios (Mt 11,25) Los pequeños hablan su mismo
idioma: el amor humilde que hace libres. Por eso llama a personas sencillas y
disponibles para ser sus portavoces, y les confía la revelación de su nombre y
los secretos de su corazón, continúa el Papa.
Además, Dios es cercano, su Reino está cerca
(cf. Mc 1,15): el Señor no quiere quedarse en un trono en el cielo o en los
libros de historia, sino que quiere sumirse en nuestros avatares de cada día
para caminar con nosotros.
Y Dios es concreto en
el actuar: el Verbo se hace carne, nace de mujer, nace bajo la ley (cf. Ga
4,4), crece y tiene amigos y participa en los avatares de su pueblo y en una
boda. El Dios eterno se comunica con personas y en situaciones concretas.
Porque
Dios se hace niño, porque acontece siempre en lo pequeño, concreto y cercano,
vivir en la pequeñez tiene sentido, colmar concretamente la cotidianidad, es
exquisitamente divino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario