Te alabamos,
Padre nuestro, con los que saben alabarte.
Te alabamos con
la alabanza de tu Hijo Jesucristo,
el canto del
“Magníficat” de María
y el cántico al
hermano sol de Francisco de Asís.
Acepta también
que te alabemos ahora
con las
campanas de fin de año,
que nos hablan
de Ti como Señor del Tiempo
y de nuestra
alegría de vivirlo.
Te alabamos
también
por los hombres
y mujeres de buena voluntad
o de voluntad
negociadora
que han
trabajado por mejorar el mundo.
Y alabado seas,
Padre.
por los que han
servido al prójimo en caridad,
en justicia, en
promoción humana,
por los que
enseñan a los que no saben a leer, a pensar, a opinar
en una sociedad
que se aprovecha de la ignorancia de los sencillos.
Te encomendamos
a los que no
acabaron el año en nuestra casa
porque los has
llamado a tu casa paterna.
Te alabamos
por la luz
incesante
con que
esclareces desde el evangelio
el destino del
ser humano
y la liberación
de los pobres de la tierra.
Y con alegría
te alabamos
por todos los nacidos
este año,
llamados a
compartir con nosotros la mesa de la tierra
y el Reino de
los cielos.
Por ellos y por
nosotros te pedimos ahora
que extiendas
tu misericordia,
capaz de hacer
el bien donde nos puede el mal,
sobre lo que
aún se resiste a tu alabanza.
Pero en Ti,
Señor, esperamos un año y otro,
y sabemos que
nuestra esperanza
no será
defraudada para siempre.
(José L.
Blanco)
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