Muchas veces en los Salmos
aparece esta expresión, de “las alas de Dios”. Estamos acostumbrados a las
imágenes pictóricas donde se representan las alas de los ángeles, como si
realmente fueran seres incorpóreos, pero con alas. La realidad es que los
ángeles, son seres que no tiene cuerpo y son anunciadores de la Palabra de
Dios; y para comunicar con imágenes la “celeridad”, la “rapidez” con que se comunican
con el hombre en Nombre de Dios, el cumplimiento de su Palabra, el artista los
dibuja con alas.
Cuando en la baja Edad Media
se perdió todo vestigio de cristianismo, tan sólo los monjes conservaron los
escritos que aún perduran en los monasterios, y los artistas y arquitectos de
la época construyeron las catedrales con representaciones bíblicas que nos
recuerdan multitud de episodios narrados en la Escritura, pero que el pueblo
llano, muchas veces ignorante, o incluso sin saber leer, era incapaz de
entender la Palabra de Dios.
Pero las “alas de Dios” no
se han representado nunca. El Salmo 35, contrapone la maldad del pecador a la
bondad de Dios, y dice:
El
pecado es un oráculo para el impío
que
le habla en el fondo de su corazón
no
tiene temor de Dios
ni
aun estando en su presencia
Continúa varios
versículos, y al final, comenta la acción protectora de Dios en estos términos:
Tú
proteges a hombres y animales
¡Qué
admirable es tu Amor, oh Dios!
por
eso los seres humanos
se
cobijan a la sombra de tus alas
El Salmo 90, que
leemos en la oración de Completas, que algunos autores denominan: A la
sombra del Omnipotente”, y que otros lo llaman “Bajo las alas divinas”,
según la Biblia de Jerusalén, dice:
Pues
él te librará de la red del cazador
de la
peste funesta
con
sus plumas de protege
bajo
sus alas hallas refugio
El mismo Jesucristo
se lamenta: “¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a
los que le son enviados! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una
gallina reúne a sus pollos bajo las alas, y no habéis querido!” (Mt23,
37)
El llanto de Jesús ya
estaba profetizado en el cántico del Deuteronomio (Dt 32, 12):
Como
el águila incita a la nidada
revolando sobre sus polluelos
así
extendió sus Alas, los tomó
y los
llevó sobre sus plumas…
En su amor infinito
al hombre, a pesar de sus idolatrías y traiciones, Cristo abrió sus Manos en la
Cruz, cual alas de águila, y abrazando a todo el género humano entregó
su Alma al Padre, clavando nuestros pecados en ella.
“Canceló la nota de cargo que había contra
nosotros, la de las prescripciones con sus cláusulas desfavorables, y la quitó
de en medio clavándola en la Cruz. (Col 2,14)”
Alabado sea
Jesucristo
Tomas Cremades Moreno
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